Hoy, hace ochenta años llegó el buque Sinaia a México con 1.599 republicanos españoles, un hito para la historia compartida entre dos países que conviene recordar por múltiples motivos. Esta expedición de hombres y mujeres contribuiría al progreso del México postrevolucionario y representan lo mejor del ser humano cuando se trata de brindar asilo, ayuda y esperanza.

Por Laura Martínez Alarcón.

A las cinco de la tarde del 13 de junio de 1939, la primera y más emblemática de las expediciones de refugiados españoles que huían de la Guerra Civil y sus consecuencias, llegaba al puerto de Veracruz en medio de una apoteósica bienvenida. Después de dieciocho días de viaje, 1.599 republicanos que ya habían tenido que cruzar los Pirineos en las condiciones más lamentables, para luego sobrevivir a la crueldad de los campos de internamiento de Francia, encontraron un país que los acogió con los brazos abiertos. Ellos fueron los primeros en beneficiarse de la política de asilo del general Lázaro Cárdenas, presidente de México.

El presidente Lázaro Cárdenas con niños refugiados españoles

¿Por qué es importante recordar al Sinaia? En primer lugar, porque un 80º aniversario no es cualquier cosa. Después, porque esta expedición desmonta el mito de que el exilio español fue meramente académico. Basta revisar el origen de cada uno de los refugiados para comprobarlo. En su libro Els exiliats catalans. Un estudio de la emigración republicana en México, la destacada historiadora Dolores Plá Brugat, fallecida hace cinco años en Barcelona, señalaba que la gran mayoría de los adultos que se asilaron en México tenían una educación más elevada que el promedio de los españoles y los mexicanos de su época; el 98% de los que llegaron sabían leer y escribir.

Gracias a los estudios de investigadoras como ella y Clara E. Lida, de El Colegio de México, hoy sabemos que los exiliados provenían sobre todo del mundo urbano y por sus perfiles ocupacionales y educativos, representaban un moderno microcosmos español que se insertó favorablemente en el atrasado mundo del México postrevolucionario. España, desde principios del siglo XX, había iniciado un proceso de modernización de la industria y las manufacturas, de los transportes y las comunicaciones, de la producción eléctrica, de la minería, de la educación en todos sus niveles. Es decir, España había logrado desarrollar nuevos cuadros profesionales, científicos y técnicos que enriquecieron a la sociedad mexicana.

En tercer lugar, es importante recordar los ochenta años de la llegada del Sinaia a México porque, de alguna manera, este paquebote de vapor marcó el principio del exilio masivo de hombres y mujeres hacia México y otros países. Cabe recordar que durante las primeras semanas de 1939, después de la caída de Cataluña, más de medio millón de mujeres y hombres cruzaron la frontera con Francia marcados por el sello brutal del destierro. Para principios de abril de ese año, se calcula que más de 250.000 personas ya habían rellenado una “ficha”, creada ex profeso por el gobierno republicano para tener un mejor control sobre la multitud de españoles refugiados. De esa cantidad, más de 80.000 personas habían pedido ser enviados a América Latina, de preferencia a México.

De acuerdo con Clara E. Lida, esta circunstancia hizo posible que el gobierno del presidente Cárdenas flexibilizara su restrictiva política inmigratoria. Para 1939, dispuso el ingreso de numerosos asilados que, a partir de entonces y a lo largo de la década siguiente, llegaron a sumar unas 25.000 personas, de las cuales cerca de la mitad había llegado entre 1939 y 1942. Aunado a esta política de puertas abiertas, el gobierno mexicano proveyó la ayuda material necesaria para que los refugiados pudieran continuar sus actividades productivas y apoyó también a las instituciones republicanas exiliadas que colaboraran en ello.

Y, finalmente, nos parece que es importante recordar al Sinaiay a sus 1.599 pasajeros porque representan lo mejor del ser humano cuando se trata de brindar asilo, ayuda y esperanza. En un mundo donde la palabra refugiado parece haber perdido su real significado, donde cada día se dejan morir a miles de personas en el Mediterráneo –solo por hablar de lo que nos queda más cerca- que, como los expedicionarios españoles en su momento, sólo buscan huir de la barbarie y encontrar una vida mejor, vale la “pena” recordar la gesta del Sinaia hoy que se cumplen 80 años de su llegada a México.