En México hay más de 160.000 personas con SIDA o VIH.  En 2018 se estima que se han diagnosticado más de 13.000 nuevos casos y el pasado año se registraron al menos 4.700 muertes por esta enfermedad, según el Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH y el SIDA (CENSIDA).

 

MADRID, España.- Cada 1 de diciembre se celebra el Día Mundial de la Lucha contra el SIDA. Se calcula que 37 millones de personas viven con VIH, el virus que origina esta enfermedad. Una cuarta parte de ellos desconoce que posee el virus, según Naciones Unidas. Este día pretende concienciar e informar sobre una enfermedad que se ha cobrado más de 30 millones de muertes desde los años 80. Sólo en México el VIH infecta a 30 personas cada día, según Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH y el SIDA (CENSIDA).

Para acercarnos a esta enfermedad debemos empezar por conocer la diferencia entre SIDA y VIH. El síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) es una enfermedad provocada por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), pero ser portador del virus no implica necesariamente desarrollar la enfermedad.

Al entrar en el organismo, el virus infecta a un tipo de células concretas, los linfocitos T4, parte del sistema inmunitario. El VIH se introduce en estas células e inyecta su material genético en ellas. De esta manera el virus queda latente. No se sabe muy bien qué es lo que hace que el virus despierte, se repliegue y empiece a destruir los linfocitos.

Una vez que la enfermedad se encuentra en activo, las defensas del afectado se reducen al mínimo, por lo que el paciente se vuelve vulnerable a cualquier infección o virus. No es el SIDA el que mata, si no las enfermedades que se manifiestan ante un sistema inmune debilitado.

Un simple resfriado puede llegar a ser mortal para una persona seropositiva y en general las infecciones más comunes sin  tratamiento son de tipo pulmonar. Imagen: Pixabay.

En México existen más de 80.000 casos de personas infectadas con el VIH y más de 81.000 que han desarrollado el SIDA, según el CENSIDA. En 2017 se registraron unos 14,117 nuevos casos y unos 4.700 fallecimientos a causa de la enfermedad. Las cifras preliminares de 2018 calculan unos 13,137 nuevos casos. El estado con mayor número de afectados por SIDA es Campeche, seguido por Quintana Roo, Morelos y Guerrero. Sin embargo, el mayor número de pacientes con VIH se encuentra en Quinta Roo, Campeche está en el segundo lugar y le siguen Veracruz, Tabasco y Yucatán.

El gobierno de México recomienda que se realice pruebas en cualquiera de los casos de riesgo o incluso si la persona no ha sido susceptible a contagio. La prueba puede servir para para evitar que se produzca el contagio a otras personas sanas. La falta de diagnósticos es uno de los principales aliados de esta enfermedad por eso el 1 de diciembre se suele animar a los mexicanos a que acudan a hacerse la prueba.

La prueba puede realizar en cualquier clínica, centro de salud y en los Centros ambulatorios para la atención del SIDA y otras infecciones de transmisión sexual – CAPASITS. Incluyen el acompañamiento de una consejería, un especialista que aclara todas las dudas antes y después del proceso y que explicará cuál será el tratamiento en el caso de que el resultado sea positivo.

Para que la prueba sea fiable deben haber transcurrido tres meses desde la última práctica de riesgo. Imagen: Pixabay.

Contagio, prevención y antirretrovirales

El contagio se produce principalmente por sexo oral, vaginal o anal sin protección de preservativos o a través del uso de jeringuillas ya utilizadas. Las fechas varían mucho depende del paciente, pero es común que los síntomas tarden en manifestarse. Aunque en el tiempo entre que la persona obtiene el virus y aparecen los síntomas si es factible que contagie a otras personas a través de estas vías.

Los principales grupos de riesgo son personas drogodependientes, trabajadores y trabajadoras sexuales y hombres homosexuales.

Los antirretrovirales impiden que el virus se replique pero no curan la enfermedad; aunque si evitan que una persona pueda contagiar a otra.  En los casos de mujeres embarazadas reducen sustancialmente el riesgo de transmisión del virus a sus hijas e hijos. Desde 2003 el tratamiento antirretroviral es de acceso universal y gratuito para las personas con VIH en México.

Pero aunque los antirretrovirales consigue frenar el SIDA sigue afectando drásticamente la calidad de vida de los afectados y por desgracia no tiene cura. Los efectos secundarios pueden derivar en otras enfermedades y los afectados deben tener una supervisión médica constante que les obliga a depender constantemente de medicamentos para salvar su vida.

Para prevenir el contagio a través de relaciones sexuales es imprescindible el uso de preservativos. Imagen: Pixabay

Los primeros años del SIDA en México

Aún se desconoce con exactitud el origen de la enfermedad pero una de las teorías más extendidas lo sitúa en los primates de África. Según esta teoría, los primates infectados contagiaban a las tribus africanas cuando estas se alimentaban de su carne y con la colonización el virus comenzó su expansión hacia otras zonas.

Pero fue a partir de los años 80 cuando el SIDA comenzó a multiplicar de manera radical el número de afectados y fallecidos. La epidemia que se extendió por Estados Unidos, sobre todo entre hombres homosexuales, no tardó en llegar a México. “Entonces nuestra perspectiva era claramente limitada y elucubramos erróneamente que una epidemia con esas características difícilmente ocurriría en nuestro país, eminentemente católico y conservador” cuenta el Dr. Samuel Ponce de León.

Pronto comenzaron a aumentar el número de casos en pacientes que buscaban atención en fases muy avanzadas de la enfermedad. Los pacientes solían ser hombres jóvenes que presentaban síntomas parecidos: considerable pérdida de peso, diarrea crónica, lesiones violáceas en la piel y neumonía con insuficiencia respiratoria. Al igual que en su país vecino, estos primeros seropositivos tuvieron que enfrentarse al desconcierto y el rechazo de la sociedad e incluso del sistema sanitario. Los enfermos no sólo sufrían los tormentosos síntomas de la enfermedad; la desinformación y el acoso de diversos grupos sociales formaba parte de tener SIDA en aquellos años. Muchas veces se les negaban los cuidados más elementales.

“Había médicos que se negaban a atender a los enfermos, el personal de hospitales amenazaba con parar los servicios, los enfermos no eran admitidos en los departamentos de urgencias, y se complicaba incluso su transporte en ambulancia o en camilla”, narra Ponce de León en 30 años del VIH-SIDA, perspectiva desde México, un informe elaborado por el Centro de Investigación de Enfermedades Infecciosas (CIENI).

El descubrimiento de la transcriptasa reversa, la enzima que provoca que el virus se replique  VIH indispensable permitió desarrollar los primeros productos que hacia evolucionar a los afectados, La azidotimidina (AZT). El fármaco llegó a México con cierto retraso y para entonces ya se había comprobado lo rápido que el virus desarrollaba resistencia a él. Pero fue el primer paso para la creación de los antiretrovirales que a día de hoy son los que salvan la vida de la mayoría de los diagnosticados.