Necesitamos cambiar de modelo económico, transformar nuestra forma de vida, recuperar la idea de colectividad, pedirle perdón al planeta y regenerarlo.

Hay una grieta en mi corazón
Un planeta, con desilusión
Sé que te encontraré en esas ruinas
Ya no tendremos que hablar
Del temblor.

Soda Stereo. Cuando pase el temblor

Texto de Laura Martínez Alarcón *.

BARCELONA, España.- Estamos en nuestra cuarta semana de confinamiento. Nos quedan otras tres. En España, el estado de alarma se prolonga hasta el 26 de abril y el regreso a la “normalidad”, si acaso eso existe, será paulatino. Por un tiempo, no sabemos cuánto, no podremos apapacharnos como quisiéramos. Todavía no podrá haber comilonas en casa de los amigos, ni aperitivos en las terrazas, ni abrazos entre los colegas del trabajo, ni podremos disfrutar de la playa sin que la policía nos vigile o nos multe con 600 euros por desacatar órdenes. Todo esto me produce inquietud. ¿Cómo seremos cuando por fin podamos regresar a nuestras vidas cotidianas? ¿Habremos cambiado para bien?

Me gustaría que muchas cosas desaparecieran. Por ejemplo, que lo peor del capitalismo salvaje que nos ha dominado durante décadas –y que ha debilitado a la sanidad pública, entre otras cosas-, acabe, sucumba, se derrumbe para siempre.

Desde el artista chino Ai Weiwei hasta un editorialista del Washington Post lo proclaman. Vaya, hasta el Financial Times cree que la crisis del coronavirus obliga a reforzar el papel del Estado en la economía.

Necesitamos cambiar de modelo económico, transformar nuestra forma de vida, recuperar la idea de colectividad, pedirle perdón al planeta y regenerarlo. Debemos aprovechar esta última llamada de atención para convertirnos en mejores individuos y, ya de paso, enterrar para siempre al neoliberalismo económico y financiero que ha hecho tantísimo daño a millones de personas.

Hace unos días, alguien me preguntaba cómo estamos viviendo el confinamiento aquí, en Barcelona. Depende de la semana, le respondí. La pasada fue terrible: un querido vecino murió en pocos días víctima del Covid-19 y los padres y madres de cinco compañeros de mi curso de literatura, también. A la desgracia, se sumó la partida de Luis Eduardo Aute. Menos mal que su bendita música nos sigue proporcionando consuelo, esperanza, alegría y sueños. Es la luz al final del túnel que todos quisiéramos ver. Pero esa luz se resiste.

Cuando creíamos que la maldita cifra había descendido, volvió a darnos un baño de realidad con un incremento de los muertos respecto a días anteriores. En total, más de 15.000 seres humanos han sucumbido al virus en España. Se dice rápido. A nivel personal, creo que la mejor recomendación es dejar de pensar en el virus y seguir viviendo sin ver telediarios ni entrar en las redes sociales. El miedo baja las defensas y los ánimos están a flor de piel. Cuídense mucho y no salgan si no tienen necesidad.

* La autora es periodista mexicana que radica en Barcelona