Tengo un cuaderno en el que escribo frases y palabras que me llaman la atención. Gacho, pinche, cantinflear o “no hay pedo” forman parte de una lista de expresiones que nunca había escuchado y que me hicieron darme cuenta de que sabía menos de México de lo que creía.

Por Claudia Brihuega Ortiz, participante de Crónicas de México en España, el taller de periodismo de Espacio Méx.

Hace unos días, me explicaron que un mexicano siempre responde que no a la pregunta “¿Pero, pica?”. Muchos incautos caen en la trampa del picante, notan cómo los sabores duermen su paladar y los labios se hinchan. La comida siempre ha sido un pilar básico en mi vida y no sólo por cuestiones fisiológicas o de supervivencia, sino por placer. En esa misma conversación, me di cuenta de que sabía menos de México de lo que yo creía.

Tengo un cuaderno en el que escribo frases y palabras que me llaman la atención. Algunas de ellas las apunté porque en su momento me hicieron gracia y otras porque fueron pronunciadas por mis seres cercanos. Podría decir que las últimas tienen un lazo directo con México y con las personas que forman parte de su cultura.

Puede que mi abuelo sea quien ocupe la mayoría de esas páginas, siempre ha tenido un don especial para la comedia, mitad niño y mitad adulto. Recuerdo que la primera vez que escuché algo procedente de México fue en la salita de estar de su casa, El Chavo del 8. Una serie que “sin querer queriendo” mantuvo frente al televisor en España a varias generaciones desde 1976 a 2001.

Abuelo

Montaje con fotos del abuelo de la autora.

Pero hablemos claro, si pensamos en las series para adolescentes de mi generación un ejemplo a seguir es Rebelde, todo un drama que nos acompañó durante muchas tardes. Una versión a la mexicana de la argentina Rebelde Way en la que gracias a un sistema de becas, estudiantes con bajos recursos accedían a un exclusivo colegio privado repleto de chicos y chicas de clase alta, una pelea constante entre quienes seguían las normas para mantener “la pureza” y quienes pretendían romper los convencionalismos.

La siguiente imagen que me vino a la mente al pensar en México fue la camiseta de mi tía que le había traído un familiar del viaje de luna de miel en la que se podía leer en letras enormes “Cancún”. Durante una época, y todavía a día de hoy, esta ciudad ubicada en la península de Yucatán y que limita con el mar Caribe ha sido destino vacacional de muchos españoles. Las previsiones para 2020 señalan que el país podría atraer hasta 47,2 millones de turistas internacionales, una cantidad que equivale a casi toda la población española.

Sin embargo, pocos te recomendarán visitar Ciudad Juárez; una ciudad ubicada en el desierto de Chihuahua. Resulta extraño porque celebra el Festival del Tequila y del Mariachi, algo que suena bastante bien. Quizás sea por sus cifras en feminicidios desde 1993, el Instituto Nacional de Estadística (INEGI) calcula que 700 mujeres han sido asesinadas en esta ciudad. Como el pasado sábado 22 de enero, en el que fue encontrado el cuerpo de la activista Isabel Cabanillas. Las cifras recogidas han aumentado en 2019 hasta los 10 feminicidios diarios.

La Secretaría de Seguridad Pública recogió entre el 1 de diciembre de 2018 y el 30 de noviembre de 2019 un total de 34.579 asesinatos a manos de los carteles (94 cada día, casi cuatro cada hora y uno cada 15 minutos). La cultura del “narco” ha seducido a muchas personas y despierta un interés particular, el mayor ejemplo se encuentra en el cine y las series que reproducen desde la ficción sus comportamientos y modos de vida. La historia del narcotráfico me llegó de mano de los narcorridos. ¡Quién no conoce a Los Tigres del Norte, presentes en eventos deportivos tan importantes como la final de la NFL, el Super Bowl LIV!

Mario Moreno dio vida a Cantinflas, un personaje que “parece que se ha ido, pero no es cierto” y se mantiene vivo en el lenguaje. En 1992, la Real Academia Española (RAE) incluyó, junto a otras palabras derivadas, el término cantinflear. Su legado cinematográfico ha hecho reír a varias generaciones de personas latinoamericanas y españolas, pero también transmitió la crítica social camuflada entre el humor.

Mario Moreno

Una cantinflada sería pensar que todos los mexicanos son morenos, hablan raro y tienen bigote. Lo mismo sucedería si nos dejásemos caer en estereotipos y conociéramos a los demás a través de ellos. Para conocer una cultura nueva y diferente conviene hacerlo sin condicionantes y con la mente abierta. Cada persona portamos un filtro distinto para observar y escuchar, pero si dejamos a un lado los prejuicios y se presta atención pueden descubrirse historias maravillosas contadas por sus verdaderos protagonistas.