Ya lo reza el dicho: El muerto al cajón y el vivo al fiestón. En México, la muerte aparece salpicada de picardía y el Día de Muertos, que en realidad se celebra el 1 y el 2 de noviembre, es la fecha oficial para recordar a los que ya se han ido. Estos imprescindibles diez elementos para tu ofrenda de muertos muestran la riqueza cultural de esta tradición.

BARCELONA, España.- Para muchos mexicanos, el Día de Muertos es la ocasión de honrar a sus familiares y amigos con alegría obsequiándoles con aquello que les gustaba comer y beber y festejándolos con una ofrenda de luz, color, aromas y sabores. Estos son los diez elementos que no pueden faltar en tu ofrenda de muertos.

  1. Papel picado: Es una manifestación artesanal de origen prehispánico que se utiliza en la mayoría de las tradiciones y festividades de México. Para el Día de Muertos se utiliza como un elemento fundamental en la decoración y cobra una dimensión especial por las escenas jocosas que muestra: esqueletos en distintas actividades y Catrinas elegantes.
  2. Calaveritas literarias: Las rimas populares buscan, a través de versos generalmente octosílabos, reírse de los vivos. Casi siempre se dedican a personajes famosos, aunque nunca faltan las que se escriben a los amigos, siempre con un toque de ingenio y humor en torno a la muerte. Algunos investigadores afirman que se trata de una tradición nacida durante el Virreinato como respuesta, en parte, a los largos y rimbombantes epitafios usados por los nobles.
  3. Velas: Dado que los muertos vienen de un lugar oscuro, las velas y veladoras representan la luz que alumbra el camino del difunto que nos visita desde el más allá. Se encienden la noche del 1 al 2 de noviembre.
  4. La flor de cempasúchil y el camino: La flor amarilla del cempasúchil está relacionada con el color de los muertos en las culturas prehispánicas. Los antiguos mexicanos asociaban, por ejemplo, la llegada de las mariposas monarca (de color naranja intenso y negro) con la venida de los muertos. Asimismo, el intenso aroma de estas flores les orienta en su visita anual. Por ello, es importante hacer un camino que guíe al difunto para recibir la ofrenda.
  5. La Ofrenda: Debe contener los alimentos y bebidas favoritas del difunto. Además, se colocan las fotografías o recuerdos de los seres queridos que se nos han adelantado. Si le gustaba el chocolate, se coloca una taza; si le gustaba fumar, unos cigarros. También se pone fruta de temporada. No pueden faltar los tamales.
  6. La Ofrenda infantil: Si se trata de honrar a los pequeños difuntos, las flores deben ser blancas, ya que representan la pureza de sus almas, así como sus juguetes y dulces preferidos. Suele ponerse un plato con calabaza en tacha y, desde luego, las fotografías de los pequeños. El día 1 de noviembre está dedicado a “los muertos chiquitos”.
  7. Sal: Es un elemento purificador. Impide que el espíritu se corrompa en su viaje de ida y vuelta, y así el difunto pueda regresar al año siguiente.
  8. Agua: Se ofrece agua para que las almas mitiguen su sed después del largo viaje y repongan su energía para el camino de vuelta.
  9. Incienso o copal: Este es un elemento de alabanza y purificación. El pueblo de Tlayacapan, Morelos, es famoso por la alfarería funeraria de Día de Muertos. Ahí se pueden adquirir sahumerios, incensarios y elementos de barro dedicados a los muertos, además de visitar su panteón de tierra, uno de los más coloridos de la región.
  10. Platillos tradicionales: La gastronomía de Día de Muertos es única en México. La competencia por elaborar el mejor pan y las calaveritas de azúcar, de chocolate o amaranto más elaboradas es una de las características de estos días.

De postre, les ofrecemos este poema indígena traducido por el inolvidable y recién fallecido doctor Miguel León-Portilla:

Sólo venimos a dormir, sólo venimos a soñar:
no es verdad que venimos a vivir en la tierra.
En yerba de primavera venimos a convertirnos:
llegan a reverdecer, llegan a abrir sus corolas nuestros corazones,
es una flor nuestro cuerpo: da algunas flores y se seca.