Importantes figuras recuerdan a Plácido Arango como una persona comprometida con México y España, así como a alguien humilde y desprendido a pesar de sus éxitos empresariales como cofundador de VIPS y de Aurrerá. Con una colección de más de 300 obras y una actividad impulsora en el Museo del Prado, promovió también lo mejor del arte.

Por Andrea Romero Santos *.

Jerónimo Arango llegó a México desde la Asturias más rural con solo 14 años como uno de los miles de indianos que decidieron emigrar el siglo pasado. Se casó con una mexicana y, en 1931, nació Plácido en Tampico.

Años más tarde, el negocio de telas del joven Plácido en suelo mexicano prosperó tanto que le permitió poner en marcha, junto con sus hermanos Jerónimo y Manuel, en Aurrerá, una nueva cadena de comercios que se convertiría en uno de los principales supermercados de México. En 1969 abrió el primer Vips con la unión de dos cafeterías madrileñas familiares y una tienda anexa que vendía chuches, regalos y prensa. Hoy, el grupo Vips se compone de más marcas como Ginos y Starbucks y tiene una facturación de más de 300 millones al año. Los hermanos Arango alcanzaron en 2011 los 4.000 millones de dólares, convirtiéndose en la quinta fortuna de México.

Gracias a su éxito empresarial, Plácido pudo dedicarse a su otro amor: el arte y la cultura. Durante muchos años fue presidente y patrono del Museo del Prado y de la Fundación Príncipe de Asturias. En 1991 donó 80 grabados de Goya de su serie Caprichos al Museo del Prado. En 2015 volvió a hacerlo con una donación de otras tantas obras de Goya, de Zurbarán, Herrera el Mozo o Pedro de Campaña. Para retomar su relación con Asturias, el Museo de Bellas Artes de Asturias acogió 33 obras maestras de los siglos XV y XX que pertenecían al mecenas hispanomexicano.

Su colección privada se componía de más de 300 obras. En 2012 fue nombrado por la revista estadounidense Art News como uno de los 200 mayores coleccionistas del mundo, con obra de El Greco, Murillo, Dalí, Miró y Goya.

Fue también patrono del Museo Metropolitano de Nueva York y consiguió que el conservador y restaurador John Brealey trabajara durante un año en la restauración de Las Meninas de Velázquez.

Quienes lo conocen coinciden en afirmar que Arango tenía un gran fuerte compromiso con la humanidad, además de ser un lector empedernido y amante de la música y la arquitectura. Mantenía un perfil social bajo, a pesar de mantener vínculo con figuras como Juan Carlos I, Elizabeth Taylor o Nelson Mandela. Los reyes de España Felipe VI y Letizia recuerdan a Arango por su “compromiso con España y México”. Siempre se ha mostrado reacio a los acontecimientos públicos y lo recuerdan como una persona generosa y carente de egoísmo.

Compartía su vida con Cristina Iglesias, una prestigiosa escultora que recibió en 1999 el Premio Nacional de Artes Plásticas. Es autora del portón-pasaje de bronce situado en el Museo del Prado. Su obra se exhibe en museos exclusivos como el MOMA de Nueva York, el Pompidou, el Guggenheim, la Tate Gallery, el MACBA o el Reina Sofía. Formaron durante más de una década una de las parejas artísticas más influyentes.

Sus hijos han continuado su legado de éxito: Plácido Jr. como consejero delegado en Vips y Maite como vicepresidenta de la ONG Hazloposible.org. Su hijo Paco Arango heredó sus raíces artísticas: es un famoso cineasta nominado al Goya por Mejor director novel en 2018 por Maktub. Además, está al frente de la Fundación Aladina, que lleva risas y humor a las habitaciones de niños con cáncer en distintos hospitales.

La muerte de Plácido deja un hueco tan grande como su legado en la cultura y en la economía tanto de México como de España.


* La autora es participante de Crónicas de México en España, el taller de periodismo de Espacio Méx y estudiante de periodismo en prácticas por la Universidad Complutense de Madrid

Con información de El Mundo y otras fuentes