Alejandro Merino presentó en Madrid Cada muerte el fin del mundo, su recién publicado libro de poemas que, con valentía y una desgarradora belleza lingüística, pone de cabeza los esquemas tradicionales que culpabilizan a las víctimas de feminicidio, una realidad despreciada, silenciada y deformada en México.

MADRID, España.- Los poemas de Cada muerte el fin del mundo, el libro que acaba de publicar Alejandro Merino, pone el acento en los asesinos y en una sociedad que se ha convertido en cómplice de los feminicidios en México. Junto con la belleza lingüística y su capacidad de convertir a cualquier lector o lectora en padre, madre, hermano o amiga de las víctimas, esto se convierte en la mayor virtud de esta obra editada por Editorial Adarve y compuesta de 23 poemas que se puede conseguir por Internet o en la librería La Semillera, en Madrid.

En País Horror pone el foco en el agresor, una de las reivindicaciones más recurrentes del movimiento feminista, harto de cómo todo se centra en las víctimas, a las que además se culpabiliza en los medios de comunicación y en las redes sociales. Se pregunta quiénes son los hombres que cada día matan a una mujer en México; si son padres de familia, si terminaron sus estudios, si han pagado por sexo alguna vez, si guardarán el secreto o se lo contarán a sus amigos, si besarán a sus hijos y a su esposa. 

Estas preguntas pueden poner a la defensiva a muchos lectores, pues cualquier victimario puede pasar en la sociedad por “hombre respetable”. Algunas de estas preguntas visibilizan actitudes, conductas y costumbres de los hombres en un mundo aún dominado por el machismo.

El origen de su fijación literaria con este tema podría estar en el asesinato de quien fuera su novia. De forma paradójica, no ocurrió en México, sino en Estados Unidos, donde él también vivió durante algunos años, tanto en Texas como en Minnesota. Aquella novia a la que asesinaron trabajaba como cuidadora de niños. Vio un anuncio en un periódico y fue a una entrevista de trabajo con la idea de que se trataba de una pareja. La encontraron muerta días más tarde.

También le pesa que tres de sus cuatro hermanas vivan en el Estado de México.

Ese ir y venir a la ciudad, dos horas en el transporte público, donde los asaltos y las agresiones son algo cotidiano. Crecí viendo eso, nos asaltaron muchas veces.

Un profesor y poeta mexicano en Crakovia

Merino vive en Crakovia, Polonia, donde da clases de español en una academia y en una universidad. Así fue como conoció a su esposa.

Hay muchos polacos que estudian español, que quieren viajar a México, a América Latina, a venir a España de Erasmus, se enamoran de la lengua. Les encanta bailar, han proliferado las escuelas de salsa, bachata y tango”, dice este poeta que tardó tres años en aprender polaco y soltarse con el idioma.

Afirma que casi todos los extranjeros en Polonia son hombres, por lo que se ven con frecuencia parejas de mujeres polacas con hombres que vienen de fuera.

De su corazón dividido entre dos países surgen dos poemas. Bien, miento surge de la pregunta que le hacen a menudo cuando vuelve a Polonia desde su país: “¿Y qué tal México?” “Bien, responde hipócrita”, dice el poema, que expresa la impotencia de callar el horror de saber la verdad a miles de kilómetros de distancia.

Por lo contrario, Postal de una noche crakoviana habla de otro mundo posible que existe y en el que vive, donde hay un río y un castillo y donde las mujeres vuelven solas a casa sin pasar miedo, sin que nadie las toque y nadie las mate.

Te sales de México y ves las cosas desde otra perspectiva, dejas de ver todo esto con normalidad”, dice en referencia a quienes minimizan los problemas de México con el argumento de que en todos lados pasan cosas. Asegura Merino de que no es así y que, incluso si hay países más peligrosos o violentos, eso no puede convertirse en consuelo para nadie.

Viendo las estadísticas en México, cualquier día le puede pasar algo a alguien cercano, sobre todo si viajan en transporte público. No entiendo cómo ha podido convertirse en algo tan cotidiano. Fuera del país se repite que México tiene cosas maravillosas. Pero. Cuando alguien toca el tema de la violencia, se minimiza, se dice que hay que ver lo positivo, o te tildan de chairo.

Después de conocer los inviernos en Minnesota, no le ha costado adaptarse al clima de Polonia. Tampoco le ha costado mucho trabajo adaptarse a la forma de ser de los polacos, aunque reconoce que al principio parecen más fríos.

“Sonríen poco y cuesta trabajo que se abran de entrada. Hay poco contacto visual y proximidad física, el contacto les puede resultar invasivo”, dice este poeta, que siente más la ausencia de México en la comida, algo que en su familia ha jugado un papel importante. Su padre, Alejandro también como su abuelo, es dueño de Carnitas Don Álex en Azcapotzalco, donde nació y creció.

En Polonia cocina para curar esa nostalgia, pero le cuesta encontrar aguacates, cilantro, chiles, limones y tortillas de maíz en una ciudad donde, a diferencia de Varsovia, tiene una comunidad mexicana pequeña, compuesta de unos 100 mexicanos.

Merino abandonó la carrera de física en México para irse a trabajar unos años a Estados Unidos. A su regreso a México estudió comunicación audiovisual y obtuvo una maestría en Pensamiento Político. Ya se dedicaba a enseñar español cuando se embarcó en el mundo de la poesía. Ese eje transversal en su vida lo ha ejercido en México, en Polonia y en la India, donde vivió un tiempo, cuando ganó la ultraderecha en Polonia y decidió darse un respiro. Asegura que en Delhi, donde vivió, existe una gran demanda de profesores de español.

En India se vive en condiciones adversas, más para alguien que viene de Europa. En México estamos acostumbrados a la desigualdad, aunque allá hay aún más. Se hace intenso vivir ahí. La religiosidad, el hinduismo, el budismo, el Islam, todos conviviendo ahí, es otro mundo. Me gustó la experiencia, pero tampoco quería vivir ahí de forma permanente”, cuenta el poeta, que decidió volver a Polonia hace menos de un año. Hace unos meses, él y su esposa viajaron a México para casarse, recorrer el sur del país y convivir en familia.

Esperanza para México

En cuanto a gustos literarios, Merino disfruta de Arturo Pérez Reverte y Javier Marías por cierto pesimismo con el que dice sentirse identificado. También le gusta el escritor Antonio Orejudo y en Polonia descubrió a Wisława Szymborska, su poeta favorita que ganó el Nobel. De los escritores mexicanos destaca a Fernando del Paso y a Jaime Sabines. También le gusta la literatura de terror y disfruta de los autores norteamericanos.

Considera que la literatura puede dar visibilidad a los problemas de México, reconocer que existen para poder solucionarlos, y no quedarse en una discusión pobre que reduce México a playas y gastronomía o que califica de chairoa quienes defienden determinadas ideas.

Celebra que Paco Ignacio Taibo esté al frente del Fondo de Cultura Económica por su trayectoria, su conocimiento y su labor de promover la literatura y la pasión que transmite a los más jóvenes.

Consciente de que López Obrador solo no va a sacar del hoyo a México, considera que puede hacer mucho en materia de corrupción.

Veo una situación esperanzadora en México, sobre todo porque perdió el PRI. Me dio gusto que tanta gente saliera a votar y fuera una victoria tan aplastante”, dice este poeta mexicano, que dispara contra la impunidad de su país desde Madrid a la hora de presentar su libro o desde Crakovia, la ciudad donde hace su vida de profesor y de escritor.


Fotos: Carlos Miguélez Monroy