Presiones de los poderes económicos podrían explicar la nueva postura del Partido Socialista en la falta de acuerdo para formar gobierno en España con Unidas Podemos y en otras medidas. Así lo sostiene Xavier Caño Tamayo en este análisis que contrapone la actitud de Pedro Sánchez cuando le quitó el poder a Mariano Rajoy tras una moción de censura cargada de mensajes de izquierdas al discurso actual.

Opinión de Xavier Caño Tamayo.

Como respuesta a la Gran Depresión de 1929, el economista John Maynard Keynes propuso el control de la economía por la intervención del Estado por medio de los presupuestos generales. Según Keynes, con los presupuestos estatales se consigue cierta distribución de la riqueza, que sobre todo se traduce en un aumento de la demanda agregada y el buen funcionamiento de la economía. Así ha sido en Occidente durante tres décadas, época calificada de dorada del capitalismo tras la II Guerra Mundial. Fue el tiempo del aumento de salarios, de los grandes acuerdos de los sindicatos obreros con los empresarios y de la creación de instituciones que aseguraban los derechos sociales a las clases trabajadoras.

Pero ante la reducción de beneficios y la amenaza de sobreproducción que los reduce aún más, la clase rica pasó a la ofensiva desde los años 70 del siglo pasado y empieza el capitalismo conocido como neoliberalismo, que acaba con las políticas keynesianas. Globalización y financiarización trastocan el mundo, los socialdemócratas no saben qué hacer y en los años 90 y siguientes aceptan una combinación de intocable capitalismo con la defensa de libertades individuales, propia de la izquierda, que se denominó “neoliberalismo progresista”. En Europa dio lugar, por ejemplo, a la Gran Coalición de conservadores y socialdemócratas que gobierna Alemania desde el año 2005.

De ‘socio prioritario’ a ‘no te quiero en mi gobierno’

En ese nuevo escenario, aparecen en la izquierda nuevos líderes que recuperan parte del discurso socialdemócrata clásico, tales como Bernie Sanders en Estados Unidos y Jeremy Corbyn en Reino Unido. Ahí estaba Pedro Sánchez… hasta que tocó poder. Hasta entonces, los ‘socioliberales’ del PSOE, encarnados en la vieja guardia que representa como nadie Felipe González, intentaron borrar del mapa político a Sánchez, pero éste consiguió ser secretario general, presentó una moción de censura a Rajoy, la ganó contra todo pronóstico y empezó a gobernar.

He escrito hasta que ‘tocó poder’, porque poco se parecen el Pedro Sánchez que gobernó durante diez meses por decreto-ley, favoreciendo a la ciudadanía, y el que se niega a formar un gobierno de coalición con Unidas Podemos. Es cierto que Pablo Iglesias también cometió más de un error por declaraciones desafortunadas, pero al final cedió hasta renunciar a estar en el gobierno si su presencia impedía el pacto para un gobierno de progreso. El grueso de desacuerdo que ha impedido formar ese gobierno es cosa del PSOE.

Acabadas las mayorías absolutas, las elecciones generales dejaron un panorama abierto para los pactos. Analistas y medios consideraron que el pacto más lógico era el PSOE con Unidas Podemos. Pero no ha sido así. El PSOE ha dejado claro que no negociará más la entrada de Unidas Podemos en el gobierno. En una reciente entrevista, el presidente Sánchez ya no se refirió a Unidas Podemos como “socio prioritario”, sino que dice que dialogará con “las cuatro grandes fuerzas de este país”.

Para entender el desacuerdo de PSOE y Unidas Podemos, desde socios prioritarios hasta no te quiero en mi gobierno, hay que tener muy presente que ha habido, y hay, fuertes presiones del IBEX 35, las empresas y corporaciones más grandes y poderosas de España. Y también de los grandes grupos mediáticos que han intoxicado la información para evitar un gobierno de PSOE y Unidas Podemos. Lo han conseguido, y también que se olviden las políticas de izquierda que prometió Sánchez en primarias y en campaña electoral. Un olvido que explica que Pedro Sánchez haya sido uno de los líderes socialdemócratas que han pactado con liberales y conservadores, acérrimos partidarios del capitalismo más desregulado, para entregar la presidencia de la Comisión Europea (el gobierno de la UE) a Van der Layen, ministra muy conservadora de Angela Merkel. Además, Sánchez propuso a Nadia Calviño, su ministra más neoliberal, para la presidencia del FMI, lo que no permite esperar políticas sociales en Europa y apuntan un giro de Sánchez a posturas más conservadoras.

Progresivo desacuerdo entre PSOE y Unidas Podemos

¿Ha vencido la vieja guardia del PSOE para que éste ocupe el llamado centro y se olvide de izquierdismos? Explicaría la vuelta al discurso anterior a las primarias y elecciones que dieron la victoria a Sánchez. Un discurso bastante menos de izquierda quizás para poder formar una nueva mayoría que no rompa nada. Es decir, que no moleste al Ibex 35. Y menos aún lo indigne, como lo harían las políticas de izquierda antaño prometidas.

Hizo lo mismo en su día Zapatero y también González. No se molesta al poder económico. A cambio se establecen o refuerzan libertades individuales, nuevas reivindicaciones como los derechos LGTBI, lucha contra el cambio climático, aunque sin molestar a las petroleras… Todo muy progresista, pero la economía y el mercado laboral no se tocan.

Al respecto, es significativo que Pablo Iglesias renunciara desde la tribuna del Congreso a la exigencia de Unidas Podemos al Ministerio de Trabajo a cambio de políticas activas de empleo. Pero el PSOE también rechazó esa propuesta. Aún más, ya nadie en el PSOE recuerda el propósito de ‘eliminar los aspectos más dañinos de la reforma laboral’ del PP que prometiera Sánchez. Como no se habla de recuperar el anterior redactado del artículo 135 de la Constitución que, tras la reforma que impuso Europa, obliga a pagar intereses de la deuda pública antes que financiar políticas sociales. Además, en la última presunta propuesta de gobierno del PSOE a Unidas Podemos desaparece la regulación del precio del alquiler, también se esfuma la regulación del mercado eléctrico, el control de los crecientes juegos de azar, la modificación de la Ley Electoral y propuestas concretas de reforma fiscal.

Estos innegables retrocesos en nada recuerdan al Pedro Sánchez de campaña electoral de las generales cuando no le caía de la boca ser la izquierda. Pero solo se es de izquierdas cuando se cuestiona el sistema y se evitan o reducen sus males a la gente.

Ese sería el mar de fondo del alejamiento de un gobierno de coalición del PSOE y Unidas Podemos. Es más, si el Ibex 35 se decide a presionar sin contemplaciones a Albert Rivera, no descarten una gran coalición del PSOE con Ciudadanos con alguna de las posibles fórmulas de colaboración política. Neoliberalismo progresista. Si así sucediera, este país mantendría su nada honroso título de ser el cuarto país más desigual de la Unión Europea y el segundo (tras Bulgaria) donde más aumentó la distancia entre pocos ricos y muchos pobres, uno de cada 5 españoles está en riesgo de pobreza y el índice de trabajadores con contrato, pero pobres, ya es en España el 16%, porque ese índice de pobreza aumentó dos puntos en el último año a pesar de la “recuperación económica”. Así lo denuncia Oxfam Intermón

En castellano hay un refrán que viene a pelo para Pedro Sánchez que presumió tanto de ser de izquierda: Obras son amores y no buenas razones.