La adicción al juego y a las apuestas, que afecta a cerca de 400.000 personas en España, amenaza sobre todo a poblaciones jóvenes y de bajos recursos. Las casas de apuestas han aumentado un 300% en Madrid para captar dinero de los sectores de población donde el azar se presenta como solución contra la pobreza.

Por Xavier Caño Tamayo.

El Partido Popular (PP), Ciudadanos y Vox rechazaron una propuesta en el Parlamento de Andalucía, al Sur de España, para aprobar nuevas normas sobre el juego y las apuestas con el fin de atajar la adicción patológica al juego. El juego y las apuestas aumentan entre los más jóvenes y no solo en Andalucía, pero sus innegables y negativas consecuencias no le importan a la derecha que gobierna en esa comunidad autónoma.

Los conocedores de las secuelas vitales y psicológicas de la afición al juego exigen una regulación que evite la adicción de los menores a ese ocio malsano. Un estudio de la Universidad de Valencia, con respuestas de más de 7.000 estudiantes, certifica que el 2% de los alumnos de 15 a 17 años tienen problemas con el juego. Lo peor es que esa cantidad, que parece reducida, puede dispararse si no se toman medidas.

Adolescentes y jóvenes son el sector de población más vulnerable por juego y apuestas, según Mariano Chóliz, catedrático de Psicología Básica de la Universidad de Valencia y experto en adicción al juego. La patronal de empresas de juego y apuestas niega que exista una adicción al juego, pero la cruda realidad lo desmiente. Según la Encuesta de Drogas en Enseñanzas Secundarias del Ministerio de Sanidad de 2016, un 14% de menores ha apostado dinero en el último año. Las cifras del experto Chóliz son peores; los resultados de un cuestionario distribuido en centros educativos valencianos le permiten concluir que más de la mitad de los menores de esa comunidad autónoma ha apostado dinero más de una vez. No son adictos, todavía, pero pueden serlo de continuar aumentando la peligrosa afición al juego.

Con el juego y las apuestas en el punto de mira, un millar personas se manifestaron en Madrid el domingo 5 de octubre para exigir el cierre de locales de juego y apuestas en los barrios más pobres. En otras ciudades, como A Coruña o Sevilla, también se han manifestado para pedir la prohibición de las casas de apuestas y juego en los barrios. Esas manifestaciones fueron apoyadas por 168 asociaciones estudiantiles, vecinales, de padres y madres de familia, colectivos feministas y asambleas de barrio. Se inicia así la oposición ciudadana organizada al juego y las apuestas.

Locales de juego en barrios desfavorecidos

El sector del juego y apuestas mueve el 1,5% del PIB en España, más de 43.000 millones de euros. En 2011 se reguló el juego online, pero no se exigieron controles como se exigen en los casinos. Se ha creado así una situación de riesgo que aumenta velozmente y se extiende como mancha de aceite. Muchos locales de juego son al principio inocentes cafeterías, luego ponen máquinas recreativas, traga perras a continuación y después, apuestas. Según la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid, en el barrio de Tetuán hay 61 locales de juego y apuestas, 73 en Carabanchel, 72 en el centro de la ciudad, 63 en Puente de Vallecas y unos 50 en Ciudad Lineal. No parece casualidad que uno de cada cuatro centros de Bachillerato y de Formación Profesional está junto a un salón de juego en Madrid, según un estudio del diario El País realizado en 2018.

Imagen de la publicidad de una conocida marca de casinos en España

En diez años, las casas de apuestas han aumentado un 300% en Madrid y la acumulación de estos establecimientos en barrios madrileños de rentas bajas permite deducir que hay una estrategia para captar dinero de los sectores de población donde el azar aparece falsamente como una opción contra la pobreza y las estrecheces económicas.

En España había hace unos meses unas 230.000 máquinas tragamonedas, conocidas como tragaperras, y en pocos años se ha pasado de unos cientos de salones de juegos y salas de apuestas a más de 6.500. Con Internet se agrava el problema porque hay aplicaciones de apuestas on line disponibles todas las horas del día todos los días del año.

Por eso no ha de sorprender que en España haya unos 400.000 adictos al juego y las apuestas. Si un muchacho empieza a jugar a los 14 años, tiene muchas posibilidades de convertirse en un adicto ludópata en poco tiempo. Por eso, la proliferación de casas de juego y apuestas empieza a provocar un rechazo social creciente a medida que se detecta un aumento de ludopatía en los más jóvenes. El juego no es, como dicen sus empresarios, una industria más porque sus efectos reales son indeseados e indeseables. El peor, la adicción patológica al juego. Una adicción tan intensa como la de la heroína.

Ante los primeros movimientos de oposición a casas de juego y apuestas, el Consejo Empresarial del Juego publicó un comunicado en el que recuerda que su actividad es “legal, regulada, integrada y normalizada plenamente en la sociedad española como parte de su actividad de entretenimiento y ocio que cumple escrupulosamente la legalidad”. Esta retórica afirmación induce a recordarles a su vez a esos empresarios del juego y las apuestas que, como dijo ya hace tiempo Martin Luther King, todo lo que Hitler hizo en Alemania fue legal.

Por tanto, y ante la innegable amenaza de la expansión del juego y las apuestas, urge regular, limitar y controlar con rigor este equívoco nuevo sector económico del juego y las apuestas. Para empezar, sus locales no pueden estar cerca de los colegios y el radio de acción protegido de las casas de juego respecto a los centros educativos ha de ser superior a los 500 metros de distancia. Más la prohibición absoluta de que nunca haya menores en esos locales y la aplicación de severas sanciones a las empresas que no respeten escrupulosamente esas normas. Los locales de juego que permitan la presencia de menores tienen que ser castigados con grandes multas la primera vez y el cierre del local si hay una segunda.

Las casas de apuestas y juego destruyen tanta riqueza o más como la que dicen generar, aunque en realidad esa riqueza solo es de los propietarios de empresas de juego y apuestas. Lo ideal sería que no hubiera esas casas de juegos, pero como este sistema económico que sufrimos no contempla los derechos e intereses de la gente común, cuanto menos hay que lograr que el sector del juego sea regulado sin trampa ni cartón.