El Sinaia, al que algunos llamaron “el buque de la vida”, llegó a tierras veracruzanas a las 17:00 del 13 de junio, exactamente 80 años antes de la publicación de este texto. La periodista Laura Martínez Alarcón nos cuenta la historia de ese buque, que transportó soldados a Etiopía y tropas coloniales a Francia, a armenios, a peregrinos musulmanes a la Meca y a supervivientes de los destrozados ejércitos de Wrangel y Donikin en el Mar Negro.

Por Laura Martínez Alarcón.

Algunos lo llamaron “el buque de la vida”. Y no solo porque el Sinaia transportó a mil quinientos noventa y nueve refugiados a una tierra segura y hospitalaria como México, sino por la propia historia de este paquebote de vapor que empezó sus días en 1924 en el astillero Barclay, Curle & Co. de Glasgow, en Escocia.

Durante más de dos décadas, este buque de bandera francesa, de 12.000 toneladas de peso, que viajaba a una velocidad de catorce nudos y tenía 112 metros de eslora, realizó decenas de viajes de lo más variopintos.

Empezó haciendo de manera regular el servicio de emigración entre Marsella y Nueva York, pero también embarcó peregrinos musulmanes a La Meca, soldados a Etiopía y tropas coloniales a Francia; recogió a grupos supervivientes de los destrozados ejércitos de Wrangel y Donikin en el Mar Negro; transportó a más de 2.000 emigrados armenios de vuelta a su patria tras la guerra contra los turcos, y hasta llegó a albergar a un grupo de esperantistas en viaje de confraternización por las playas nudistas del Mediterráneo.

En el caso de los refugiados españoles que desembarcaron en Veracruz el 13 de junio de 1939, la mayor parte de los viajeros eran hombres: 953 varones mayores de quince años. Viajaban también 393 mujeres y 253 niños.

Entrevistado por uno de los periodistas que viajaba en la expedición, el capitán del barco decía: “creí encontrar gentes tristes, abatidas por el infortunio, y veo caras sonrientes, seres dispuestos a labrar su nueva vida”, aunque en un principio los hayan pintado “como ladrones y asesinos”.

¿Por qué se llamaba Sinaia? A muchos viajeros les intrigaba el nombre por lo que el jefe de la tripulación aclaró: “Se debe a que la reina María de Rumania amadrinó el lanzamiento del buque que lleva el nombre de Sinaiaen recuerdo a la ciudad donde se encuentra el castillo de Peles, la antigua residencia de la familia real rumana”.

El Sinaia era una minúscula ciudad flotante en medio del océano infinito, donde las incomodidades y carencias abundaban. Con una capacidad calculada para seiscientas personas, este barco llevaba un pasaje de más del doble. Faltaba de todo, la comida no era buena, la estrechez era evidente y, sin embargo, había lugar para el buen humor.

El grupo mayoritario de madrileños dividió el barco por barrios. Al puente de popa, donde tenían lugar los conciertos fue bautizado como el Paseo de Rosales; a las cubiertas paralelas, de babor y estribor, se les conocía como la Gran Vía y la Calle de Alcalá, y al puente de proa se le llamaba la avenida de los Suspiros. Otros rincones del barco también merecieron llevar el nombre de un pedacito de Madrid, por ejemplo, la Plaza de Lavapiés, el área donde solían corretear los chavales y los mayores jugaban al mus. A los camarotes y salones de primera, que eran los más amplios, cómodos y luminosos, se les conoció como el barrio de Salamanca, mientras que a los dormitorios del piso bajo se les llamaba Cuatro Caminos, Ventas y Tetuán.

Durante los 18 días de travesía, la responsable de la expedición, Susana Gamboa, desarrolló numerosas y muy variadas actividades en un intento por no dejar caer el ánimo del pasaje. Todos los días había reuniones y se celebraban conferencias sobre temas generales de historia, geografía, sociedad, economía y política de México. Los conciertos musicales estaban a cargo de la Banda Madrid, en realidad la antigua banda del 5º Regimiento, con su repertorio de música española. No faltaron los concursos de chotis o las exposiciones de dibujos.

Pero uno de los elementos que más destacó de la primera expedición de republicanos a México fue la creación de un diario peregrino. Los intelectuales (periodistas, escritores y artistas) confeccionaron un periódico diario que daba cuenta de noticias captadas por radio y de cuanto sucedía a bordo, así como un capítulo dedicado a explicar las políticas del presidente Lázaro Cárdenas. Dirigido por Juan Rejano y con la colaboración de Ramón Iglesia, Manuel Andújar, Juan Varea, José Bardasano, el gran poeta Pedro Garfias o Eduardo de Ontañón, entre otros, El Sinaia. Diario de la primera expedición de españoles republicanos a México, se convirtió en una útil y entretenida herramienta de información.

Tres años después de su llegada a Veracruz, el Sinaia fue decomisado por el gobierno de la Alemania nazi y durante dos años más fue usado como hospital en flota. Los viajes del buque terminaron en 1944, el último año de la Segunda Guerra Mundial, cuando el ejército alemán lo echó a pique para que sirviera como bloqueo en altamar ante el avance de los aliados occidentales que ya habían invadido Francia. Permaneció en el fondo del océano dos años más hasta que, finalmente, en 1946 fue reflotado y desbaratado por completo.