Las personas mayores se han erigido en reyes de la España rural, el triple de envejecida que las ciudades a donde miles de jóvenes se van a estudiar cada año. Su miedo al coronavirus en los pueblos aumenta al saberse el principal grupo de riesgo.

Por Andrea Romero Santos *

FUENTE EL FRESNO (Castilla la Mancha), España.- Pilar, de 85 años, no entiende por qué muchos de sus siete hijos no van a visitarla a su pueblo en Castilla la Mancha y por qué hace tanto que no ve a sus nietos. Otros llevan semanas sin salir de casa mientras los jóvenes les hacen la compra para reducir el riesgo de un posible contagio.

Castilla y León, Galicia, Aragón, Castilla la Mancha y Extremadura son algunas de las comunidades más envejecidas de España, donde los mayores se erigen en reyes del mundo rural. La media de edad en estas comunidades envejecidas llega a rozar los 47 años, en comparación con las más comunidades más jóvenes, con un promedio de 41, como Andalucía o Madrid.

Los niños que se veían hace décadas por las calles ya no están. Se han ido a la capital, a una gran ciudad o al extranjero en busca de un futuro lejos del campo y de los negocios pequeños que cuesta demasiado impulsar.

Fuente el Fresno

La plaza del pueblo, donde antes se organizaban yincanas los fines de semana, era el lugar de reunión de los abuelos que se entretenían jugando al mus antes de la cuarentena.

La mitad de los fallecidos en España por coronavirus son octogenarios, según datos del Ministerio de Sanidad. A partir de los 60 años, las cifras se disparan y el porcentaje de jóvenes fallecidos es de menos del 1%. Castilla la Mancha es la tercera comunidad con más personas muertas por detrás de la Comunidad de Madrid y de Cataluña. Los hospitales de la comunidad están saturados y el material que llega resulta insuficiente.

Fuente el Fresno, el pueblo de Pilar, tiene apenas 3.000 habitantes, de los cuales son ancianos la mayor parte. En tan solo 10 años, la población ha disminuido un 11% por ese envejecimiento.

Los jóvenes contribuimos a esta España vaciada cuando nos vamos lejos a estudiar. Ahora, los reyes del pueblo tienen miedo al coronavirus al formar parte del mayor grupo de riesgo mientras la mayor parte de la población sigue trabajando porque los suyos son trabajos esenciales en el campo.

Algunos de los pequeños negocios de alimentación del pueblo han cerrado a pesar de considerarse esenciales. El supermercado chino del pueblo cerró antes incluso de que se decretase el estado de alarma. La razón: el miedo a contagiarse. En el pueblo no pasa la Unidad Militar de Emergencias (UME), ni hay una persona de seguridad proporcionando guantes junto a desinfectante en las puertas de los supermercados como ocurre en las ciudades.

Las costureras han dejado sus tareas para coser mascarillas y los tractores que en otras épocas del año se utilizan para vendimiar y recoger aceituna, ahora pasan por las calles fumigando cada rincón para hacer la situación más segura. Cada uno de los habitantes intenta aportar su granito de arena.

Eva, graduada en Lenguas y Literaturas Modernas, escribe en Facebook que se presta a ayudar a los niños de primaria y secundaria que necesiten apoyo en inglés y francés. Brenda, estudiante de Magisterio, comparte casi todos los días nuevas formas de hacer la cuarentena más fácil a los niños con dibujos, tareas y actividades. Y María, recién graduada en Enfermería, acude todos los días a trabajar al Hospital de Ciudad Real para frenar esta epidemia.

Muchas personas mayores viven con zozobra la situación que estamos viviendo y que no terminan de comprender. En mi pueblo y en tantos otros son el pilar, quienes han vivido guerras, han pasado hambre y hasta hace unos días, seguían luchando en la calle por unas pensiones justas. Ahora nos toca a nosotros cuidarlos como lo han hecho ellos. Por ello es tan importante quedarnos en casa.

* La autora es participante de Crónicas de México en España, el taller de periodismo de Espacio Méx y estudiante de periodismo en prácticas por la Universidad Complutense de Madrid