Tras conocer algunos de sus miedos, Rosa María Monroy Martínez aportó algunas pautas que pueden contribuir a un mayor grado de bienestar y de protección para los participantes de este espacio de encuentro contra el malestar psicológico por el coronavirus. Entendido como nuestro cuerpo y también como el espacio que habitamos, el hogar tuvo un lugar central en esta primera sesión.

CIUDAD DE MÉXICO.- “No descanso bien me dan las dos de la mañana sin conciliar el sueño”, dijo una de las participantes del espacio de encuentro contra el malestar psicológico por el coronavirus, que tuvo su primera sesión por medio de la plataforma Zoom. Otra participante afirmaba que tenía sensaciones similares a las vividas durante el terremoto de hace unos años en México, mientras otra participante expresaba su deseo de tener elementos y apoyo para enfrentar la crisis.

Estamos en la misma tormenta pero no en el mismo barco”, decía Rosa María Monroy Martínez después de escuchar sus motivaciones para participar y de presentarse.

Aunque positiva en sus formas y semblante, se mostró crítica ante mensajes buenistas que parecen “positivos” en la superficie pero que en el fondo menosprecian a quienes no tienen la “disciplina” de aprender una habilidad nueva, de leer un libro, de emprender un negocio o de tener más conocimiento. Esto explica su frase sobre la tormenta, también en el sentido de que el encierro no afecta a todos por igual y de la necesidad, más que nunca, de desarrollar empatía hacia las demás personas.

Hay que tener cuidado para evitar expectativas demasiado grandes de sacar algo positivo de este encierro”, dice esta mexicana especializada en sistemas familiares y en trauma que cuenta con quince años de experiencia en apoyo a personas con dificultades de autoestima y de búsqueda de sentido.

Con esta nota de confianza y de empatía hacia los participantes, al margen de sus motivaciones, propuso un ejercicio de respiración durante diez minutos para conectar cuerpo y mente.

“En situaciones adversas y de mucho estrés se necesita habitar de nuevo un cuerpo desconectado por el estrés y un estado de alerta”, explicaba Monroy Martínez, que maneja varios ejercicios para distintos estados emocionales desde el cuerpo, al que vincula con el hogar en que nos hemos tenido que encerrar.

Esta mexicana aborda las enfermedades desde lo que llama biodescodificación.

Caer víctima de un virus o de una bacteria, que conviven con los seres humanos desde tiempos inmemoriales, guarda relación con una necesidad de la persona de liberar su cuerpo de ese estado de alerta al que se ha sometido, de descansar y quizá de conseguir cuidados de su entorno. Por otro lado, Monroy Martínez atribuye parte de la evolución humana a su interrelación con estos microorganismos.

La cuarentena nos aleja del trabajo y de nuestros compañeros, de nuestra gente más cercana. Nos quita nuestro sustento. Las mascarillas nos tapan la boca, de forma simbólica nos silencian. No podemos tocar y empezamos a perder nuestras estructuras. Se nos están yendo los mayores, nuestra conexión con nuestros ancestros”, dice al explicar algunos de los factores que contribuyen al malestar de tantas personas.

Monroy Martínez va más allá de la empatía y de la descodificación del malestar.

Nos tenemos que reinventar y proteger para el mundo nuevo al que saldremos. La parálisis equivale a la muerte. Hay que designar un tiempo para hablar del coronavirus porque, de lo contrario, te traumas y contribuyes al malestar de los demás. Necesitamos poner límite a la cantidad de información que uno consume, y saber cómo contárselo a los niños. La solidaridad contribuye al bienestar porque somos el ‘otro’.

Monroy Martínez considera que el encierro supone una oportunidad para enfrentar lo que no hemos podido ver en nuestra relación con nuestros hijos para calibrar si estamos presentes con ellos, con nuestra pareja para sopesar si es la adecuada y si estamos el uno con el otro y con nuestra comunidad para conocer nuestro grado de implicación y participación.

Evocó a la psicóloga Mirna Molina en sus palabras de despedida a la espera de la siguiente sesión, la próxima semana

Regresemos a casa, regresemos a nosotros mismos para darnos cuenta de lo que estamos sintiendo. Existe el miedo a contagiarnos, a perder el trabajo, a que se caigan las estructuras conocidas, por muy mal que hayan estado. Algunas quedarán, otras no. Es una pérdida. Por eso es importante no perder contacto con nosotros mismos, con nuestros seres amados, nuestros amigos.

Asegura que estar como zombies nos aleja de nuestra casa, de nuestro cuerpo físico con nuestras emociones, sentimientos, pensamientos y acciones.

Regresemos a casa a nosotros mismos, para ser y hacer de manera diferente este mundo”, concluyó.


Rellena este formulario para participar en la siguiente sesión, el martes, 28 de abril (13:30 de México y 20:30 de España)