Palma de Mallorca nos revela sus encantos desde el agua de su espléndida bahía. De consolidada tradición náutica y marinera como lo demuestra la celebración de importantes eventos como la regata Princesa Sofía o la Copa del Rey de Vela, esta ciudad puede presumir de mirar al mar en todos los sentidos gracias a estas actividades y a sus tradiciones marineras.
MADRID, España.- La isla de Mallorca posee magníficas playas, un clima espectacular durante la mayor parte del año y, por ello, es un destino turístico de primer orden. Pero no hay que olvidar la propia ciudad de Palma, donde encontraremos edificios bellísimos, monumentos como el Castillo de Bellver o callejuelas de estilo mediterráneo. Podemos “pasearla” pero también se puede descubrir desde un mar que muestra su belleza desde otro punto de vista, como nos propone esta magnífica iniciativa marítima.
La experiencia a bordo de un barco que surca la bahía de Palma permite admirar las bellezas de la capital balear desde otra perspectiva. Entre las empresas que ofrecen estos servicios destaca una al ofrecer un viaje en el barco más longevo de la flota española: el Rafael Verdera. Esta embarcación de madera de estética rústica y artesanal fue construida en Ibiza y botado por primera vez en la mar el 15 de abril de 1841. Durante siglo y medio, se dedicó al transporte de mercancías entre los puertos del Archipiélago Balear y las islas con otros del mediterráneo occidental como Barcelona, Valencia, Marsella, Nápoles o Argel.
Restaurado con todo detalle, el velero brinda, a bordo, un pasado marinero excepcional y unas experiencias únicas, como excursiones por la bahía de Palma, sea disfrutando del mar a plena luz del día o dejándose invadir por la magia de una puesta de sol inolvidable sin dejar de lado imponentes monumentos de la capital balear como la catedral de La Seu, el Castillo de Bellver o el Palacio de la Almudaina.
Además, durante la travesía se pueden realizar divertidas actividades como nadar, avistar delfines, hacer snórkel, utilizar los dos kayaks y el paddle surf del barco, preparar la comida, tomar el sol plácidamente en la cubierta y, para los más aventureros, colaborar con las tareas propias de los marineros izando velas y manejando el timón dirigiendo un velero histórico.
