Las joyas del Museo Fabergé en San Petersburgo

A 20 días del mundial de fútbol, viajamos a la segunda ciudad más importante de Rusia. En este primer reportaje, visitamos el Museo Fabergé para conocer todos los secretos y curiosidades de los lujosos huevos de pascua elaborados por el célebre joyero y ofebre ruso.

SAN PETESBURGO, Rusia.- Fundada por Pedro I el Grande en 1703 como la nueva capital del imperio ruso, San Petesbrugo es la máxima encarnación del talento artístico. Los mejores arquitectos de Europa y los talentos creativos más destacados de Rusia (entre ellos Alexander Pushkin, Nikolai Gogol, Fiodor Dostoyevski, Dmitri Shostakovich y Alexander Brodski), dejaron su huella imborrable en esta magnífica ciudad.

A orillas del río Fontanka, y muy cerca de la avenida Nevsky, encontramos el Museo Fabergé. Ubicado en el Palacio Shuvalov, aquí encontramos la colección de arte más extensa de Rusia con 1.500 piezas, incluyendo los nueve huevos imperiales de pascua que el zar Alejandro III mandó a confeccionar al joyero Karl Gustavovich Fabergé para reglarlos a su esposa, la zarina María Feodorovna.

Todos ellos llevaban un regalo en su interior, desde una gallina hasta la réplica de un carruaje real, todo elaborado con piedras y materiales preciosos.

La idea de los huevos Fabergé nace de la antigua costumbre rusa de intercambiar huevos y tres besos durante la Pascua, la fiesta más importante del calendario ortodoxo.

Un “detalle”, que los Romanov convertirían en tradición de lujo para la familia imperial durante tres décadas. Fue a finales del siglo XIX cuando el zar Nicolás II encargó para su madre la obra más valiosa: el huevo de la coronación, valorado en 20 millones de euros.

No llega a medir 13 centímetros, pero exigió año y medio de trabajo. La miniatura del Carruaje Real tiene tal grado de exactitud que los conservadores recurren a ella para restaurar el carruaje original.

La increíble historia de uno de los huevos perdidos

Karl Gustavovich Fabergé, después de ganar la Medalla de Oro en la Exposición Panrusa de Moscú de 1882, fue nombrado orfebre y joyero de la corte imperial rusa y otras monarquías europeas.

Creó 69 lujosos huevos de pascua hasta 1917. Once pertenecían al Zar. Otros tres los tiene la reina de Inglaterra y Stalin vendió catorce de ellos a Estados Unidos, uno de los cuales se subastó por 14 millones de dólares.

A varios de los huevos Fabergé se les perdió su pista durante años. Uno de ellos fue comprado por un chatarrero en Estados Unidos por 14 mil dólares.

Aquel chatarrero no se imaginaba su procedencia ni valor real. Una joya distinta a todo lo que había visto, un huevo de oro amarillo que se asentaba sobre su propio pedestal dorado de piedras preciosas y con patas de león.

Realmente deseaba fundirlo y extraer el oro. Sin embargo, después de comprarlo pensó que no había suficiente oro en él y no valdría la pena fundirlo. Así que lo guardó y cuando en 2013 intentó venderlo hizo una consulta en internet. Tecleó “Vacheron Constantin”, que es la inscripción que llevaba el huevo, y descubrió que su valor de mercado era de aproximadamente 26 millones de euros, el más caro del mundo.

Recuperar el patrimonio ruso

La fundación The Link of Times es la organización sin ánimo de lucro a cargo del Museo Fabergé, inaugurado en el año 2013. Una institución fundada por el millonario ruso Viktor Vekselberg con el objetivo de recuperar obras del patrimonio ruso que hayan sido sacadas del país.

En el año 2004 este magnate compró 200 obras maestras de Fabergé a la familia Forbes, en Nueva York, por una suma superior a los 100 millones de dólares. Entre aquellas piezas, estaban los huevos de Pascua que hoy se exhiben ahora en el Museo Fabergé de San Petesburgo.