España tiene su propia historia de amor trágica. En una pequeña ciudad del nordeste se forjó la leyenda de una desdichada historia de amor: los famosos Amantes de Teruel.

Por Ana Lucía Ortega

TERUEL (ARAGÓN), España.- Las historias de amor con finales nefastos llenan páginas, se transforman en guiones de películas o documentales, y atraviesan los anales de la historia de generación en generación.

La trágica relación entre Romeo y Julieta inmortalizada por Shakespeare, es una de las más célebres. La pasión de Marco Antonio y Cleopatra, y la de la reina española Juana I de Castilla y su amadísimo Felipe, apodado “El Hermoso”, tienen finales dramáticos. Más cerca de nuestro siglo, una pareja de bandidos vivió una trepidante relación amorosa entre crímenes, que no pasó inadvertida e inmortalizó los nombres de Bonnie y Clyde.

En Teruel, una de las ciudades cabeceras de provincia, entre las más frías de España y menos poblada, fueron descubiertos en 1555 unos restos humanos en la capilla de San Cosme y San Damián, de la iglesia mudéjar de San Pedro, hoy en día conservados en un Mausoleo. Fue en esta ciudad aragonesa del noroeste español, donde se forjó la leyenda de una pareja, que en el siglo XIII vivió una desdichada historia de amor: los famosos Amantes de Teruel.

Doña Isabel de Segura y Don Diego Martínez de Marcilla, pertenecían a las familias nobles más importantes de la zona. Se enamoraron, pero los padres de ella aspiraban a un candidato con mejores rentas, pues esa herencia tendría que compartirse entre varios hermanos.

Sin renunciar a su anhelo nupcial, Diego marchó a la guerra para mejorar su fortuna, prometiendo regresar a los cinco años, un plazo que no pudo cumplir. Las noticias de los soldados eran nulas, las pocas que se recibían confirmaban pésimos augurios, lo que motivó el casamiento de Isabel con otro de sus pretendientes, señor de Albarracín. El mismo día de la boda, entre los actos litúrgicos y los festejos del enlace, el caballero regresó de la contienda, rico y con gloria, pero reparó para su desgracia que Isabel estaba casada.

La leyenda recoge que Diego escaló el balcón donde Isabel yacía con el esposo y como despedida, le pidió el beso de amor que ambos se habían ofrecido. Ella no accedió, considerando que sería un gesto inapropiado, y provocó súbitamente que él muriera de dolor. Al día siguiente, ella acudió enlutada al funeral del caballero, abrazó y besó el cadáver, desplomándose muerta sobre él. La causa de estos inesperados fallecimientos fue interpretada por la sociedad de la época como una muerte por amor, por lo que se decidió sepultarlos juntos para la posteridad.

La veracidad de esta leyenda se ha podido confirmar gracias al notario turolense Juan Yagüe de Salas (1561-1621), quien descubrió en 1619 un acta notarial fechada en 1555 donde se consignan los amores entre Isabel de Segura y Juan Martínez de Marcilla.

Fiestas medievales y turismo

Anualmente en febrero Teruel celebra “Las Bodas de Isabel de Segura”, durante las fiestas medievales turolenses, resucitando la historia de amor fallida de sus icónicos amantes, mediante escenas teatralizadas con actores. La ciudad se engalana, instalándose en el medioevo, y sus habitantes vestidos con trajes de época, pasean al son de cascabeles, pendones, y hogueras, mientras se cuecen olorosas piezas de carne, entre jarras de cervezas, tibios vinos y chocolates artesanos.

Desde el regio atrio del Museo Provincial de la ciudad, inaugurado en un palacio del siglo XVI de seis plantas, para exhibir la historia de la región desde los tiempos más remotos hasta la fecha, se ve la plaza donde la noria prehistórica sube y baja a los niños, ataviados con capas marrones, y arrullados por una melodía que no se escucha en emisoras de radio ni spotify.

La iglesia de San Pedro fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1986 por ser una de las joyas de la arquitectura mudéjar (visible en todo su exterior), en su torre de 25 metros de altura, (la más antigua de Teruel), y el claustro mudéjar, entre los cuatro que se conservan en tierras aragonesas.

Impresiona el altar mayor del escultor francés Gabriel Yoly (S. XV), artífice del magnífico retablo destinado a San Cosme y San Damián. El interior del templo es cálido y exótico, casi de inspiración bizantina, por las coloridas y doradas piezas creadas por el turolense Salvador Gisbert durante la remodelación realizada a finales del siglo diecinueve.

Aledaño a la iglesia, fue inaugurado el Mausoleo de los Amantes en 2005, donde dos esculturas yacentes de alabastro, realizadas en 1959 por Juan de Ávalos, reconstruyen la trágica historia de amor de la pareja turolense. Un episodio del medioevo que ha inspirado infinidad de obras románticas como la de Tirso de Molina, autor de la obra teatral de 1635; y a pintores como Juan García Martínez, cuyo óleo sobre lienzo de 1857 “Los Amantes de Teruel”, exhibe la última escena del drama escrito en 1837 por Juan Eugenio Hartzembusch, con Isabel postrada sobre su amado.

Las fiestas medievales de la ciudad aragonesa tienen un atractivo que se amplifica al pasear sus calles, donde brilla el modernismo del arquitecto discípulo de Gaudí, Pau Monguió, quien dejó su impronta en Teruel. La corriente modernista de principios del siglo XX se refleja también en las rejas esparcidas por toda la ciudad, con el sello del artista forjador Matías Abad.

En la ruta de los pueblos más bonitos de España se encuentra Albarracín, una villa medieval a menos de una hora de la capital provincial. El silencio de sus calles sosegadas, la panorámica del manojo de viviendas terracota, el desafío arquitectónico de la Casa de la Julianeta edificada en el siglo XIV, que parece a punto de desplomarse sobre nuestras cabezas, convierten a esta localidad en una de las perlas más preciadas de Aragón. Al parecer, en este pueblo vivió el señor de Albarracín que contrajo nupcias con Isabel de Segura, cuando todos creían que Diego de Marcilla había perdido la vida en Las Cruzadas.

Fotos de la autora: Vista de casas de Teruel/ Foto Casa de la Julianeta/ Casa El Torico – Pau Monguió 1912/ Noria en la plaza/Jovenes vestidas con trajes de época/ Esculturas de alabastro de los amantes de Teruel en el Mausoleo/Puesto de comidas en una plaza de la ciudad/ Puesto de chocolate artesano de la fábrica Comes de Valencia/