Quedan dos sábados para disfrutar de ‘Todos los caminos conducen al narco’: 17 y 24 de noviembre, a las 20:00, en el teatro Nave 73 (C/ Palos de la Frontera, 5). Convertidos en protagonistas de la primera escena junto con las seis actrices que les ofrecen mezcal y tequila, los espectadores vibran con esta obra de la guionista y directora mexicana Acoyani Guzmán Bárcena, que desgrana las causas y el impacto del narcotráfico en el tejido social desde una perspectiva femenina.

MADRID, España.- La mujer aterrorizada a la que interrogan con violencia sostiene su inocencia. Se limitaba a llevar maletines con aceites y material para el negocio de masajes del otro lado de la frontera y no lo que los agentes le dicen que llevaba en los maletines. En una cárcel situada en la frontera entre México y Estados Unidos, La Corderita, como la apodan, entabla una amistad con La Pulpo, encarcelada como consecuencia de la traición de un hombre del crimen organizado. Para salir del infierno de la cárcel se encomiendan al Santo Malverde, presente en uno de los dos altares del escenario. A Jesús Malverde, una versión mexicana de Robin Hood en la cultura popular se le considera un “bandido generoso” y se le venera en el estado de Sinaloa como “santo de los narcos”. A él le atribuyen la frase “no es lo mismo ley que justicia”, una perla de sabiduría que deja al desnudo muchas situaciones de la política actual. El otro altar está dedicado a la Santa Muerte. Las actrices animan a los espectadores a acercarse a los altares para beber uno de los vasitos con tequila o mezcal antes de ocupar sus asientos. Sin saberlo, el público se ha convertido en protagonista de la primera escena.

Su sueño de recuperar su libertad en un mundo regido por la amoralidad precipita a las dos amigas a una nueva prisión, el crimen organizado, controlado en gran medida desde las cárceles mexicanas. Una variedad de guiños y registros desentrañan ese mundo de lealtades frágiles que se pagan con las muertes más atroces y espectaculares, utilizadas como lenguaje para intimidar con mensajes contundentes a los bandos enemigos: los degollados, los quemados, los decapitados, los desmembrados o aquellos que aparecen sin lengua. Hablaron de más, se apropiaron de mercancía que no era suya, vieron lo que no debían. La obra agita fuerte las conciencias con esta crudeza y con un guion que arroja luz sobre la pobreza, la falta de educación, de oportunidades y de horizonte, entre otras causas sociales del narcotráfico, y que da visibilidad a sus más frágiles víctimas. En una sociedad donde nadie los mira ni los tiene en cuenta, los niños se convierten en herramientas eficaces por pasar desapercibidos para realizar “encargos” con “recompensas”. En este nuevo terreno tienen un reconocimiento y despiertan un miedo, confundido con respeto, que no encontrarán en una sociedad podrida que les ofrece gratificación instantánea a costa de un futuro engullido por la ley no sólo del más fuerte, sino del más despiadado. Normalizada la violencia, hay que hacer cada vez más ruido para llamar la atención de una sociedad acostumbrada a la barbarie y al todo vale. Incluso la autotraición en un personaje que se deja arrastrar por el dinero y el ansia de poder, como se ve con La Corderita interpretada de forma brillante por Anaïs García
Los engaños, las violaciones, abusos y pérdida de inocencia se ceban también con las mujeres, utilizadas para perpetuar estirpes dedicadas a engrasar la maquinaria del crimen organizado. Golpea incluso a las más delicadas como La Corderita y  La Pulpo, interpretada de forma brillante por la actriz Noemí Rodríguez Santos. Completan este gran reparto las actrices Natalia Fisac, Cristina González del ValleNeus Penya-Roja y Marta Santandreu. La crudeza en las palabras de las protagonistas no excluye el sentido del humor presente a lo largo de una obra que remueve interiores y provoca un necesario despertar sobre un problema sobre el que no cabe frivolizar. Ningún mexicano, dentro o fuera de su país, es ajeno a los temas abordados por Todos los caminos conducen al narco. La obra se convierte también en una oportunidad para quienes quieren conocer las sombras de México más allá del simple amarillismo de algunos telediarios y medios de comunicación, y de las playas paradisíacas, la cultura milenaria y la gastronomía de un país lleno de contradicciones. Quedan dos oportunidades para conocer el brillante trabajo de Guzmán Bárcena en el teatro Nave 73.


Fotos: Carlos Miguélez Monroy