El Goya a ‘Luis Buñuel en El laberinto de las tortugas’ nos hace evocar aquella escena desafiante de Los olvidados (1950), cuando Pedro revienta un huevo podrido en el lente de la cámara en una obra maestra que filmó el cineasta exiliado en México durante el franquismo.

Por Roberto Partida, participante de Crónicas de México en España, el taller de periodismo de Espacio Méx.

MADRID, España.- La adaptación al cine animado de Luis Buñuel en el Laberinto de las Tortugas, el comic de Fermín Solís, se ha coronado como mejor película de animación, en la 34º edición de los premios Goya.

Dirigida por Salvador Simó y estrenada el 26 de abril de 2019, la película compitió en cuatro categorías: mejor dirección novel, mejor guion adaptado, mejor música original y mejor película de animación. Ganadora de esta última, contendió junto a El cano y Magallanes la Primera Vuelta al Mundo, y Klaus.

El comic que inspira la película fue creado por el dibujante e ilustrador Fermín Solís. Publicado en 2008, el trabajo ha sido galardonado con el Pop-Eye a la mejor novela gráfica y finalista del Premio Nacional de Comic (2010). El libro recrea la historia sobre el rodaje de la tercera película de Luis Buñuel, un documental titulado Las Hurdes, tierra sin pan (1933).  

El documental narrado por el actor Abel Jacquin se inspira en la obra Las Hurdes: Estudio de Geografía Humana (1927), del hispanista francés Maurice Legendre. En él, se retratan con crudeza las condiciones de vida de los hurdanos, habitantes enfermos y desconocidos de una comarca entonces olvidada, ubicada al norte de la provincia de Cáceres, en Extremadura.

Buñuel, perteneciente al movimiento surrealista, recopiló imágenes incómodas en las que parece no ver la necesidad de agregar el tono disparatado que caracterizaba a sus películas. Dejó, en cambio, seguir el flujo de una realidad. La manera de contarlo hace pensar en documentales sobre la vida en el reino animal. Eso sí, todo el tiempo buscando los momentos descarnados.

Ese escenario es el que se pone en juego en la historia de Buñuel en el Laberinto de las Tortugas. Con las posibilidades ofrecidas por las nuevas técnicas cinematográficas, se hace un recorrido que constantemente roza con figuras de la imaginación y un azar que lo define todo.

Así arranca la historia, con un Buñuel quebrado económicamente, amado y repudiado por su provocadora creación anterior: La edad de oro (1930), que dirigió junto a Salvador Dalí. Caminando de madrugada por París, Buñuel, acompañado de su amigo Ramón Acín, quien le promete, tras una noche de tragos, pagar su siguiente película si ganaba la lotería con el billete que recién había comprado. Como no podía ser de otra forma, esa lotería fue para Acín, hombre de palabra que llamaría días más tarde a su amigo para darle la buena noticia.

Buñuel en el laberinto de las tortugas

Imagen del trailer de ‘Buñuel en el laberinto de las tortugas’

De eso echa mano la ahora ganadora de un Goya. Del proceso creativo, de un choque ideológico y el compromiso por hacer estallar al espectador y despertar su crítica hacia algún lado. Basta recordar aquella escena desafiante de Los olvidados (1950), cuando Pedro revienta un huevo podrido en el lente de la cámara en una obra maestra que filmó en México, tras su exilio de la España franquista.

En ese proceso creativo, se aprecia al cineasta con todo el egoísmo y genialidad que le caracterizaban. Algunos de esos claroscuros pueden atestiguarse en Mi último suspiro, el libro que recopila en forma de diario entrevistas y anécdotas de Buñuel. Allí no tardan en aparecer sus entonces jóvenes amigos Federico García Lorca, Salvador Dalí y Rafael Alberti.

En cualquier caso, el personaje ha sido superado por sus ficciones, por ello, no cabe duda de que habrá que sumar esta pieza recientemente galardonada a nuestra colección de Luis -que no se acabe nunca- Buñuel.