“Mientras dure el confinamiento, es importante ayudar al adolescente a programar sus actividades diarias y acordar un horario específico de juego sin descuidar las horas de sueño y de ejercicio a fin de evitar consecuencias negativas en su rendimiento académico y en su vida personal”, dice la autora de este artículo. Aumenta el peligro de adicción a los videojuegos en adolescentes ante sus reducidas opciones para convivir en tiempos de confinamiento.

Opinión de Ángeles Garrido.

MADRID, España- Los adolescentes no pueden ver a sus amigos en el parque, dar un paseo o hacer ejercicio al aire libre, lo que convierte a los videojuegos en línea en una de las pocas opciones para mantener el contacto durante la cuarentena.

Aunque desarrollen habilidades cognitivas, el abuso de los videojuegos no está exento de riesgos, sobre todo en un confinamiento que limita tanto la actividad. Muchos jóvenes pueden perder la noción del tiempo que pasan delante de la pantalla y descuidar sus ya mermados estudios por la falta de clases. Mucha gente, sobre todo adolescentes, pasa noches en vela conectados a los videojuegos o a las pantallas de sus teléfonos.

Adicción a los videojuegos

El trastorno del videojuego está dentro de la clasificación internacional de enfermedades de la Organización Mundial de la Salud desde hace dos años, con comportamientos comparables a los de adicción a los teléfonos y a Internet, un fenómeno que ha estudiado el doctor japonés Susumu Higuchi. En 2011 publicó un estudio sobre esta patología en aumento y que afecta más a hombres que a mujeres.

El Dr. Néstor Szerman, presidente de la Fundación Patología Dual, explica que  la adolescencia es una etapa crítica por la falta de madurez del cerebro hace que sea más difícil controlar cuando parar de jugar.

Aunque un elevado número de horas no indica necesariamente una adicción y sólo un pequeño porcentaje de los casos estudiados presentan síntomas de enfermedad, hay que permanecer alertas a posibles síntomas, que la OMS describe como un comportamiento de juego compulsivo, con una  falta de control sobre los hábitos de juego. La persona afectada prioriza los videojuegos por encima de otros intereses y actividades y mantendrá estos comportamientos a pesar de las consecuencias negativas para su vida académica, familiar o social. Habrá que buscar ayuda psicológica si se repiten estos patrones de comportamiento.

Es importante ayudar al adolescente a programar sus actividades diarias y acordar un horario específico de juego sin descuidar las horas de sueño y de ejercicio a fin de evitar consecuencias negativas en su rendimiento académico y en su vida personal, sobre todo mientras dure el confinamiento.

En 2018, Steven Spielberg estrenó la película Ready Player One. Basada en la novela del autor estadounidense Ernest Cline, describe una realidad de depresión económica mundial en que la mayoría de la población se queda sin empleo y tienen que subsistir como pueden. El mundo alternativo y virtual llamado Oasis en que se refugian se convierte en herramienta de supervivencia para soportar esa realidad. Esperemos que los videojuegos y el Internet nos ayuden a sobrellevar esta dura crisis. El confinamiento presenta una nueva oportunidad de diálogo entre padres e hijos para impulsar un uso más adecuado de los videojuegos y de las pequeñas pantallas en beneficio de los adolescentes y de toda la familia.