“La actuación feminista no es sólo en beneficio de las mujeres sino para que todo el mundo sea libre con una vida más plena. Hombres incluidos”, afirma el periodista Xavier Caño Tamayo en su artículo de opinión semanal, en el que analiza posibles causas de la violencia machista y situaciones de desigualdad entre hombres y mujeres que aún lastran a España.

 

En España, el pasado 3 de enero fue asesinada por su pareja la primera mujer del año. Apuñalada en Laredo, Cantabria. Un hombre fue detenido por apalear a su mujer ante sus hijos en Madrid y, antes, en Noche Vieja, una menor de 17 años fue violada en Castellón cuando regresaba a casa. Tan rechazable machista situación se remató con la decisión del Tribunal Superior de Justicia de Navarra de mantener en libertad provisional, hasta que no se resuelvan los recursos presentados por Fiscalía y defensa, a los cinco integrantes de La Manada, ya condenados a nueve años de prisión por “abuso sexual”. ¿Acaso esos sujetos serán absueltos?

El machismo del inicio de año demuestra que ese cáncer y sus atroces consecuencias no ha sido erradicado y ni siquiera se reduce de modo notable. Algo hacemos mal. Una prueba de ese mal hacer es que un portavoz del franquista partido VOX haya tenido las narices de decir ante micros y cámaras la repugnante falacia de que hay tantos hombres asesinados por mujeres como mujeres, por hombres. Y no ardió Troya.Tal vez sea hora de ir más allá de concentraciones de condena por los crímenes machistas y actuar con mayor contundencia contra la violencia machista y el machismo. Con la misma contundencia, por ejemplo, con la que años atrás la ciudadanía se movilizó contra el terrorismo y de algún modo fue el principio del fin. A fin de cuentas, ¿no estamos ante un terrorismo machista?

Desde 1999, hace veinte años, han sido asesinadas por sus parejas o ex-parejas 1.281 mujeres, según datos recopilados con paciencia y rigor por la Federación de Asociaciones de Mujeres Separadas y Divorciadas.

Las mujeres se mueven

Ecribo sobre machismo y asesinatos machistasdesde hace décadasy, como explica Marisa Soleto, presidenta de Fundación Mujeres, he aprendido que “las políticas de igualdad son imprescindibles para erradicar las violencias machistas”. Las masivas manifestaciones del 8 de marzo en España y en el mundo y el éxito de la huelga feminista entonces, así como las triunfantes campañas #Metoo, Ni una menos o #Cuéntalo, indican que las mujeres han dicho basta. Y eso es bueno, muy bueno, pues, que no se dude, la revolución (el cambio imprescindible a fondo) será feminista. O no habrá cambio.

Las cosas no ocurren porque sí ni por generación espontánea. Tampoco los feminicidios. El horror de los incesantes asesinatos de mujeres por hombres tiene antecedentes y causas previas, actitudes y actuaciones que relegan a las mujeres, las discriminan y rebajan. Botón de muestra. ¿Acaso es casual que los hombres consigan el 54% de nuevos empleos frente al 46% de las mujeres y, además, el 63% de contratos indefinidos sean para varones? Por no olvidar que la brecha salarial entre mujeres y hombres se mantiene casi inamovible. Las mujeres cobran salarios 30% inferiores a los de los hombres (unos 5.000 euros anuales menos) según el informe Brecha salarial y techo de cristal de GESTHA (el sindicato de los Técnicos de Hacienda).

Las diferencias salariales aumentan en las edades de entre 26 y 45 años, cuando las mujeres son madres y cuidan de sus hijos. La brecha en salarios aumenta en mujeres de 46 a 65 años, que perciben un tercio de salario menos que los hombres de esas edades. Cuando son mujeres de más de 65 años, cobran la mitad que los hombres de la misma edad. ¿Aún hay quien osa negar que haya discriminación de las mujeres?

Arriba siempre hay muchos más hombres

El remate de indiferencia ante la inaceptable brecha salarial lo perpetró el anterior jefe del gobierno, Mariano Rajoy, cuando un periodista quiso saber su opinión sobre las diferencias salariales de hombres y mujeres. “No nos metamos en eso”, tuvo la desfachatez de responder. Y es que la emancipación de la mujer en España está bastante mas lejos de lo que ya debería ser.

Tampoco es fortuito que en las fotografías institucionales de cúpulas y equipos dirigentes de todo tipo siempre haya muchas menos mujeres que hombres. Da igual que esas direcciones sean de política institucional, sanidad, mundo jurídico, universidad, ciencia… En los órganos directivos y entidades semejantes con poder siempre hay muy pocas mujeres. Las imágenes dan fe. En el mejor de los casos, las mujeres llegan a ser solo la quinta parte de dirección de lo que sea, aunque sean algo más de la mitad de población.

A pesar del machismo imperante, del que los feminicidios son la peor demostración, hay esperanza y se avanza, aunque con mucha lentitud. Por ejemplo, el Tribunal Supremo recién ha condenado al Estado español por no haber protegido a Ángela González y a su hija y lo obliga a indemnizar a la madre con 600.000 euros. Esta historia se remonta a 2014 cuando el Comité de Naciones Unidas para eliminar toda discriminación contra la mujer (CEDAW) condenó a España por el caso de Ángela y su hija Andrea, una niña de siete años que fue asesinada por su padre en 2003 en una visita no vigilada para hacer sufrir a la madre. Ángela presentó unas 50 demandas para impedir visitas no vigiladas, pero no le hicieron caso con el atroz resultado explicado. Lo más importante de esa sentencia del Supremo es que sienta jurisprudencia y deja claro que el Estado español está obligado a cumplir siempre las recomendaciones de los comités de derechos humanos de Naciones Unidas, obligación a la que gobierno y Fiscalía se negaban por sistema.

Ahí estamos.

Sigue el combate por la emancipación de las mujeres y la igualdad, sin olvidar que la actuación feminista no es sólo en beneficio de las mujeres sino para que todo el mundo sea libre con una vida más plena. Hombres incluidos.