Las elecciones del próximo 1 de julio apuntan a ser las más grandes y complejas en la historia político-electoral de México; se elegirán más de 3,400 cargos de elección popular, ya que confluirán las elecciones federales con las locales.

Respecto a las elecciones federales, se renovará al presidente de la República, los 500 integrantes de la Cámara de Diputados y los 128 escaños senatoriales; mientras que, en las elecciones locales, se renovarán 27 congresos locales, 25 autoridades municipales y 9 gubernaturas (Chiapas, Ciudad de México, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán).

Si bien las miradas estarán puestas en la elección presidencial, destacan también gubernaturas que estarán en juego, ya que este tipo de elecciones se han desarrollado en un contexto de alta competitividad en los últimos tres años.

No obstante la oleada de alternancia política a nivel local, suscitada a partir de 1988 (último año en el que las 32 entidades eran gobernadas por el Partido Revolucionario Institucional), actualmente cinco estados de la República -Campeche, Colima, Hidalgo, Coahuila y Estado de México-, conservan gobiernos del PRI; es decir, no ha habido alternancia partidista.

Sin embargo, en los últimos tres años, un verdadero viraje en la intención del voto ha logrado que la correlación de fuerzas partidistas se conduzca dentro de una plataforma más justa para alcanzar el poder. Es por ello que, desde 2015, las diferencias porcentuales entre el partido ganador y el que queda en segundo lugar son cada vez más reducidas.

Por ejemplo, en 2015, se disputaron nueve gubernaturas: Sonora; San Luis Potosí; Querétaro; Michoacán; Nuevo León; Guerrero; Campeche; Baja California Sur; y Colima. Hubo alternancia en cinco estados: Guerrero (donde el PRI ganó con un margen de 6.45% respecto al Partido de la Revolución Democrática); Michoacán (PRD, con 5.39% de ventaja sobre el PRI); Nuevo León (victoria de un candidato independendiente Jaime Heliodoro Rodríguez Calderón, con 26.42% frente al PRI); Querétaro (Partido Acción Nacional ganó al PRI por 12.66% de diferencia); y Sonora (victoria del PAN con 2.42% de ventaja sobre el PRI).

En esta contienda electoral se observa mayor competitividad entre los partidos, donde los márgenes de victoria en aquellos estados que presentaron alternancia son mucho más altos en favor del partido o candidato opositor al PRI; aquellos estados donde el PRI obtuvo victorias, los márgenes de victoria de este partido eran menores, como el caso de Sonora, donde la diferencia fue de un 2.42% con el PAN, mientras que la victoria del PAN frente al PRI en Querétaro tuvo una diferencia del 12.66%.

Para 2016, la voluntad electoral fue nuevamente decisiva para generar elecciones competidas, resultando en márgenes de diferencia porcentual mínimos entre la preferencia hacia un partido u otro. En aquellos estados donde hubo alternancia, las diferencias porcentuales fueron, en su mayoría, más altas que en aquellos en donde no la hubo.

En ese año, se disputaron 10 gubernaturas: Aguascalientes; Chihuahua; Durango; Hidalgo; Oaxaca; Sinaloa; Tamaulipas; Veracruz; Puebla; Zacatecas; Quintana Roo; y Tlaxcala, con alternancia en 8 estados: Aguascalientes (victoria del PAN, con 2.92% sobre el PRI); Chihuahua (ganó el PAN con 8.94% respecto al PRI); Durango (PAN en coalición con el PRD, 3.66% frente al PRI);  Oaxaca (PRI, 7.07% sobre el PAN); Quintana Roo ( AN/PRD, 9.67% respecto al PRI); Sinaloa (PRI,14.12% sobre el PAN); y Veracruz ( PAN/PRD, 4.12% de diferencia sobre el PRI).

En 2017 se disputaron tres gubernaturas: Coahuila, Estado de México y Nayarit, con alternancia únicamente en Nayarit, pasando del PRI al PAN con una diferencia porcentual de preferencia del 12.27%. Sin embargo, vale la pena destacar que el Estado de México, a pesar de ser uno de los cinco estados que nunca ha experimentado alternancia, tuvo un margen muy reducido de victoria (2.8%) por parte del partido ganador, el PRI, frente al partido opositor, MORENA.

Con las elecciones de 2018 se estarán renovando las gubernaturas que faltaban en el ciclo que comenzó hace tres años; y, por la tendencia observada, podríamos esperar un comportamiento similar debido al hartazgo generalizado de la población hacia los actuales gobiernos, donde el margen de victoria entre los partidos entrantes y salientes podría ser mucho mayor que en aquellos que logren conservar su victoria.