México ha heredado el machismo y diversos problemas de identidad desde la aparición de la figura de la Malinche, traductora de Hernán Cortés en su encuentro con el imperio azteca. Necesitamos reflexionar sobre estos grandes asuntos para cerrar heridas que no nos permiten avanzar como sociedad justa e inclusiva.

Opinión de Ángeles Garrido.

La figura de la Malinche encarna el machismo y algunos de los problemas de identidad que han impregnado nuestra idiosincrasia durante siglos. De este personaje tan importante de nuestra historia deriva la palabra malinchismo, definida por la Real Academia Española como la actitud de quien muestra apego por lo extranjero con menosprecio a lo propio. Por otro lado, el machismo se manifiesta a través de la idea que considera que la mujer es la culpable de la traición y la desgracia de todo su pueblo.

Ejemplo de mestizaje al haber tenido un hijo con Hernán Cortés, la Historia ha presentado a la Malinche como traidora de México durante siglos.

Conocida también como Doña Marina, nació en Paynala, una zona del Coatzacoalcos actual en Veracruz. Era hija de un cacique feudal de los aztecas y su nombre original era Malinalli y también se le llamaba Malintzin en un trato reverencial por ser hija de un personaje importante. Malinche responde a una castellanización de su nombre.

Como muchas mujeres de la época, el destino de la Malinche dependía de los hombres que la rodeaban. Su padrastro la vendió como esclava al cacique de Tabasco, que luego entregó a los conquistadores como regalo junto con otras mujeres.

Su lengua materna era el náhuatl, aunque aprendió el maya durante su estancia en Tabasco, aprende y domina el maya. Al entrar en contacto con Hernán Cortés, Malinalli conoce a Jerónimo de Aguilar, que hablaba maya al haber sido prisionero en la región. Fue él quien le enseñó el castellano a ella.

En su libro sobre el personaje, Juan Miralles cuestiona la traición de la Malinche. México no existía, los aztecas la habían vendido como esclava y los mayas no eran su gente. Existían varios pueblos que tenían sus costumbres, tradiciones, cultura e idioma propios. El papel de Doña Marina facilitó las alianzas y el entendimiento entre los conquistadores y los jefes de los pueblos oprimidos por el Imperio Azteca. De ahí la injusticia de hacerla responsable de la derrota de Tenochtitlán y de nuestro destino como país. Nadie llama traidores a los Totonacas, los Tlaxcaltecas, los Huejotzincas, los Chalcas y los Texcocanos, los socios necesarios que encontraron los españoles para conquistar a los aztecas.

Gracias a su dominio del maya, del náhuatl y del castellano, Hernán Cortés encontró en La Malinche a la pieza necesaria para poder interactuar, negociar y pactar con los que le ayudarían a lograr su misión. Esa misma habilidad para los idiomas fue lo que le permitió a la mujer salir de su estado de esclavitud y le da un salvoconducto para lograr su libertad.

Nuestras ideas machistas nos harán pensar que La Malinche fue la amante traidora de su pueblo. Pero al acercarnos más a la persona nos damos cuenta de que se trataba de un ser brillante, culto y con una inteligencia poco habitual.

Al ser hija de un cacique, la Malinche estaba acostumbrada a tratar con las altas esferas del poder. Su conocimiento de la cultura facilitó el entendimiento entre culturas y el mestizaje.

Cierto es que el papel de La Malinche en la Conquista de México está lleno de controversia. Pero lo que no podemos negar es la importancia y la relevancia de su relación con Hernán Cortés. Los códices tlaxcaltecas la representan a la altura de los más altos cargos de los pueblos indígenas.

La conquista de México ha definido nuestra cultura, tradiciones y, en suma, nuestra identidad. Pero lejos de ser una mujer traidora, la Malinche debería ser considerada una mujer culta e inteligente con un dominio de las lenguas indígenas que fraguó el inicio del mestizaje, del pueblo mexicano como lo entendemos hoy y de nuestra historia como país.