Este 6 de junio se celebran en México unas elecciones de mitad de mandato del presidente López Obrador que van a determinar el rumbo del país en lo que resta del sexenio y probablemente para el medio y largo plazo.

Artículo de Octavio Isaac Rojas Orduña.

MADRID, España.- Hay muchos aspectos positivss a destacar ante las elecciones que se celebran en México este domingo: gran pluralidad de opciones políticas institucionalizadas y de independientes que compiten por primera vez, creciente participación de mujeres como candidatas para puestos relevantes, amplia libertad de prensa y  otros. Entre los negativos que empañan la realidad están los asesinatos de 35 candidatos y 774 ataques, que incluyen palizas, amenazas o secuestros; una pandemia que se atenúa, pero que no cesa; una economía aun atenazada por el golpe de las limitaciones ante el COVID-19 y otras situaciones.

Aunque los sondeos otorgan mayorías para el oficialista MORENA y sus alianzas, que se vería extendida con la victoria de los partidos que le han dado su apoyo en el pasado, es muy pronto para saber con exactitud el efecto que tendrá la nueva reconfiguración política en el país.  ¿Los partidos PRI, PAN y PRD sobrevivirán otros tres años en la oposición?  ¿Habrá bloqueo legislativo si MORENA y sus aliados no alcanzan una mayoría suficiente en la Cámara de Diputados?  ¿Una nueva mayoría de MORENA impondría su agenda sin tener en cuenta otras voces?  ¿La gestión de la pandemia y el accidente del metro en CDMX tendrá un precio político para López Obrador y su equipo?

Una sociedad polarizada

Estas incógnitas serán resueltas próximamente, pero lo que realmente urge es comenzar a restañar las heridas de la polarización azuzada durante estos meses de campaña.  Una sociedad fragmentada en bandos puede ayudar a movilizar el voto, pero una sociedad enfrentada no puede crecer en ámbitos como igualdad, solidaridad y justicia.

Porque una sociedad polarizada solo defenderá lo que los de su bando promuevan, tanto si es algo superfluo e irrelevante como si se trata de una medida que le impacta de manera profunda, tanto positiva como negativamente.

Porque una sociedad polarizada no tiene problema para envenenarse a si misma, pensando en que sólo sufrirán aquellos a quienes odia, cuando todos acabarán sufriendo las consecuencias negativas de esta inoculación de odio, desprecio y rencor.

Porque una sociedad polarizada es una sociedad ensimismada en sus propios problemas, y pierde el tiempo mirando lo que sucede a su alrededor, sobre todo en este periodo en el que los cambios que se suceden actualmente van a reconfigurar el futuro por varias generaciones.

Una sociedad reconciliada podrá hacer frente a los problemas más acuciantes del país, pero también otros que afectan al planeta como el cambio climático y sus efectos -sequías, escasez alimentaria, grandes migraciones y a la humanidad entera. Ahí están la gestión de la pandemia, un mundo inseguro ante la amenaza de hackers que no responden a ninguna lógica y los cambios generados por la hiperdigitalización y la Inteligencia Artificial.

Una sociedad reconciliada podrá aspirar a grandes cosas que le permitan enfrentarse con éxito a cualquier desafío que se presente.

Votemos por quienes creamos que merecen nuestra confianza y al dejar caer nuestro voto en la urna, olvidemos los agravios pasados fruto de la contienda electoral y comencemos a ver las cosas en las que nos parecemos, lo que nos acerca, en lo que comulgamos.

Incluso los que estamos fuera podemos intentar atemperar las discusiones poniendo algo de contexto que ayude a no pensar que “solo en México” pasa esto o aquello, sino que el país tiene muchos problemas, pero que les hace frente con mayor o menor éxito a su manera, con sus recursos y sus posibilidades.

Ojalá que los que estamos fuera pudiéramos ayudar a esa reconciliación nacional que urge para nuestra sociedad, para nuestro país: México.