Alarmismo y racismo se combinan para discriminar a personas con aspecto asiático como en su día ocurrió con los mexicanos por la gripe A de 2009, a la que llamaron ‘gripe mexicana’. La campaña “No soy un virus” reivindica el fin de esos comportamientos xenófobos, esta vez contra la comunidad china.

Análisis de Andrea Romero Santos, participante de Crónicas de México en España, el taller de periodismo de Espacio Méx y estudiante de periodismo en prácticas por la Universidad Complutense de Madrid..

La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró hace unas semanas la alerta internacional por el coronavirus, que ya ha dejado más de 1000 muertos en China y que también se ha cobrado “víctimas” en el terreno de la economía y los negocios con la cancelación del World Mobile Congress. Desde que se anunció la aparición del virus a principios de enero, los medios de comunicación y las redes han extendido el alarmismo con consecuencias sociales.

Los episodios racistas se han multiplicado y lo mismo ha pasado con los bulos. El número de clientes de los restaurantes asiáticos se ha reducido y se han dado casos como el de Huelva, al Sur de España, donde un local de copas impidió la entrada a cinco estudiantes chinos supuestamente por el miedo al contagio. Se han extendido vídeos que han desatado el pánico como el de una ciudadana china que comía una sopa con un murciélago entero dentro. También otros de gente que se desploma en la calle y médicos que caen al suelo en plena cirugía, como si la transmisión del virus fuera inmediata.

No es baladí una ciudad de 11 millones de ciudadanos en cuarentena, como ocurrió, pero la histeria colectiva no parece proporcional a la magnitud del problema.

El coronavirus afecta al 0,003% de los 1,386 miles de millones de habitantes chinos. Y solo aproximadamente un 2% de los infectados ha muerto. La OMS ha llamado varias veces a “combatir el pánico innecesario”. También han modificado el nombre a Covid-19, en lugar de coronavirus de Wuhan, para evitar estigmatizaciones hacia una ciudad o población. Comparado con la mortalidad del ébola —que en 2012 dejó más de 11 mil muertes—, el coronavirus tiene un nivel de letalidad muy bajo.  El embajador chino en España recordó en una rueda de prensa que “el enemigo es el virus y no los ciudadanos de la República Popular China”.

Campaña ‘No soy un virus’

La comunidad china en España ha lanzado la campaña No soy un virus en las redes sociales para luchar contra estas manifestaciones de racismo y la estigmatización. Italia, Francia, Estados Unidos y Canadá son algunos de los países que se han unido también a denunciar estas situaciones xenófobas.

En Twitter, ciudadanos chinos denuncian situaciones que van desde prohibirles el paso a las tiendas con la excusa de “chinos no”, hasta el caso de una usuaria cuando una niña pequeña se acercó y la madre dijo “Aléjate de mi hija, no quiero que la contagies”. La misma chica denuncia la desinformación que existe en este tema y que “hace 12 años que no pisa China”.

México como diana de alarma mundial similar por una gripe similar en 2009

Situaciones como la del coronavirus no son nuevas. Ya lo vivimos con la Gripe A hace más de 10 años, cuando surgieron los primeros casos en México con una alarma mundial similar. Los bulos y mensajes alarmistas convirtieron a la comunidad mexicana en la culpable de la propagación del virus. En Estados Unidos comenzó una campaña con el lema Aléjese de los mexicanos, que recuerda a la actual contra los chinos. Paradójicamente, fue el país asiático el protagonista de un trato discriminatorio hacia ciudadanos mexicanos cuando 71 de ellos recluidos en el aeropuerto por miedo al contagio.

En España se han detectado dos casos de coronavirus, uno en las Islas Canarias y otro en Mallorca. Artistas chinos como Chenta Tsai, el abogado Antonio Liu Yang o la ilustradora Quan Zhou Wu se han encargado de extender la campaña contra el racismo en las redes. Esta última denunciaba en Instagram que ya ha pasado en otras ocasiones. Con el brote de SARS en 2002 recuerda que “de repente no venía nadie a comer al restaurante chino familiar”. Su madre llegó a poner carteles en la puerta sobre la procedencia de los alimentos: “La carne que servimos en el restaurante es de mercados locales”. Quan Zhou cuenta que pasó lo mismo con las vacas locas y la gripe A y termina su publicación el mensaje de “si por tener miedo, perdemos nuestra humanidad, ¿qué nos queda?”.