El periodista Xavier Caño Tamayo defiende una reforma fiscal que se rija por el principio de suficiencia: no gastar en función de lo recaudado sino recaudar según los derechos a respetar y las necesidades a satisfacer, de forma que queden protegidas 8,5 millones de personas que sufren exclusión social severa en España, según el informe FOESSA, promovido por Cáritas.

Por Xavier Caño Tamayo

 Seis millones de personas están a punto de caer en la exclusión social en España a poco que empeore su situación económica, según el informe FOESSA, promovido por Cáritas. La exclusión social severa, que ha aumentado un 40% en los últimos diez años, afecta ya a más de 8,5 millones de personas.

Exclusión social es la ausencia o muy baja participación de partes considerables de la población en la vida social, económica y cultural del país. Y eso significa que los derechos humanos de los excluidos son vulnerados de modo sistemático por insuficiente educación, nulo acceso a las tecnologías de la información, a la salud pública, a conseguir un empleo digno y a la protección social. La exclusión social es pobreza, es desigualdad, indefensión, fragilidad y marginación. La exclusión social es no poder llevar una vida digna y que haya cerca del 15% de asalariados con contrato, pero con ingresos que no alcanzan para comer todos los días del mes. Trabajadores pobres.

Según los datos de la Fundación FOESSA, La crisis es la respuesta tópica y típica para intentar explicarlo, pero ¿no habíamos quedado en que este país se recupera desde 2014? Datos y hechos del informe FOESSA desvelan que la pretendida recuperación es un decorado que deja con las vergüenzas al aire la situación social y económica verdadera de este Reino y sus gentes. La presunta recuperación se asemeja a un timo y la creación de empleo, a un espejismo, porque la mayoría de empleos nuevos son precarios, insuficientes.

Es una cuestión semántica. Según el diccionario de la lengua española, recuperar esvolver a un estado de normalidad tras haber pasado por una situación difícil. ¿Con los datos innegables de FOESSA se pretende que este país y su ciudadanía han vuelto a la normalidad? Ni en sueños.

Jóvenes, aún mayor riesgo de exclusión

Lo que dejan claro y cristalino los datos del informe FOESSA es que se forma una sociedad que deja atrás a muchas personas, que las descarta. Y descartados están de modo especial jóvenes de ambos sexos que aún corren mayor riesgo de exclusión social que los mayores. Jóvenes que no responden a la habitual imagen de los marginados, pero son personas pobres con un horizonte muy incierto. El Ayuntamiento de Madrid, a través de la empresa Opción 3, firmó acuerdos con 66 empresas de hostelería y del sector servicios para proporcionar empleo a jóvenes. Otros municipios tienen programas semejantes, pero son demasiados los chicos y chicas que no reciben ayuda alguna. Jóvenes sin futuro y, de hecho, sin presente.

La creciente exclusión social en este país que revela FOESSA tiene todo que ver con la infame reforma laboral que perpetró el gobierno del Partido Popular de Mariano Rajoy y ha convertido el mundo laboral en una jungla de precariedad. Un mundo en el que crecen sin pudor los beneficios empresariales y los salarios se congelan o incluso se rebajan. La exclusión social, además, mucho tiene que ver con los recortes presupuestarios de protección social, sanidad y educación en aras de mantener el déficit público contra viento y marea.

Para reducir el riesgo de exclusión social, de desigualdad, pobreza y marginalidad, hay que pasar por caja. Urge una nueva y más justa redistribución de la riqueza que pasa por una reforma fiscal a fondo en la que pague más quien más tiene y atesora. Una reforma fiscal bajo el principio de suficiencia: no gastar en función de lo recaudado sino recaudar según los derechos a respetar y las necesidades a satisfacer.

Ya pueden derechistas como Albert Rivera y Pablo Casado decir tonterías como que los impuestos en este país son requisitorios. Que los comparen con los impuestos que se pagan en los países de nuestro entorno europeo y verán que estamos siete puntos percentualespor debajo de la presión fiscal europea. Aunque tal necedad de pretender que aquí se pagan muchos impuestos tiene algo bueno: deja muy claro a quien sirven PP y Ciudadanos, que no es precisamente a la clase trabajadora ni a esas inconcretas clases mediasetéreas que siempre citan, sino a la minoría rica que explota y desposee a la ciudadanía.

No hay otra. Contra la creciente exclusión social, reforma fiscal a fondo.