Con años de experiencia en Colombia y México, la doctora María Beatríz Duarte habla en esta entrevista exclusiva de la privatización de la salud y de la economía informal como una peligrosa combinación en América Latina para hacer frente a la pandemia del coronavirus.

Entrevista de David Somellera *.

MADRID, España.- “La diferencia con las epidemias de hace unos siglos es que ahora se extienden más rápido con la movilidad de personas entre uno y otro continente”, afirma la doctora María Beatriz Duarte desde su confinamiento en su casa de Medellín, en Colombia. Esta especialista en sistemas de salud con investigaciones en medicina social y medicina intercultural pone en contexto la pandemia global que tiene en jaque la salud y la economía del planeta.

¿Cómo valora la postura de los políticos en América Latina en cuanto a la imposición de la cuarentena?

Entre el 60 y el 70% de la población trabaja en la informalidad en América Latina. Aquí en Colombia se impuso una cuarentena de tres semanas que se acaba de prolongar dos semanas más. En México tardaron mucho en tomar medidas con el fin de no crear un caos económico. Espero que funcione la estrategia y no haya una alta mortalidad, lo que haría que el gobierno perdiera credibilidad. Los resultados se verán en unos seis meses, cuando puedan evaluarse las estrategias de diferentes países en términos de mortalidad y costos económicos. Trump ya dijo que, a su pesar, va a haber muchos muertos, pero que él no va a parar la economía.

Entrevista - María Beatriz Duarte

¿En qué condiciones estaba el sector salud o la sanidad en los países antes de la llegada de este virus?

En muchos países de América Latina la salud se ha privatizado a través de las políticas del Banco Mundial. Esta pandemia obliga a que el Estado recupere un poco el control. La privatización de servicios para una salud considerada una mercancía y no un derecho ha producido sistemas con trabajadores mal pagados y en condiciones de trabajo indignas, la infraestructura no es suficiente, y las empresas con ánimo de lucro que manejan los recursos de la salud buscan estrategias para negarles los servicios a la gente.

¿Qué debe priorizar un gobierno en pandemias como la del coronavirus?

Lo que a uno no le parece bien desde el punto de vista ético, es que algunos políticos se pronuncien a favor del trabajo y en contra del aislamiento como parte de la cuarentena con tal de evitar una crisis financiera, priorizándola sobre la salud. Quizá para algunos políticos pueda ser práctico decir que los ancianos hay que dejarlos morir, pero no es justo; desde el punto de vista economicista podrían decir  que es preferible una epidemia que ataque más a los ancianos que a los niños por las consecuencias en el futuro; los recursos médicos deberían ser suficientes para no entrar en disyuntivas poco éticas que obliguen a priorizar la atención de un joven o un adulto mayor.

¿Cómo se van a reestructurar los sistemas de salud después de la pandemia para estar mejor preparados?

Ningún sistema en el mundo estaba preparado para la avalancha de enfermos que hemos tenido. Cada país tiene un sistema social, político y de salud distinto; los países que tienen un sistema de salud equitativo seguramente lo van a reforzar para que no haya  tantos muertos. Quienes tienen un sistema de salud basado en el mercado y privatizado, tendrán ahora que reforzar el papel del Estado para mejorar la cobertura, las infraestructuras y la preparación para emergencias como ésta. En el caso de Italia el porcentaje de adultos mayores es muy alto, mucho más que en los países latinoamericanos, lo cual hubiera requerido tener más infraestructura pensando en esa población que iba a requerir cuidados intensivos. En general, creo que se tendrán que replantear el funcionamiento y la dotación de los hospitales. En América Latina hay una gran queja del personal de la  salud que está muy mal pagado, con contratos sin prestaciones sociales, con una cantidad de carencias y condiciones de trabajo indignas. Ahora este sector exige que se le valore. Su trabajo en esta epidemia es extenuante, con un salario de hambre, sin prestaciones sociales, sin equipo, y sin material para protegerse de esta enfermedad, como son guantes y tapabocas. Estos tiempos de crisis van a generar una reflexión y espero cambios positivos en la infraestructura y en una intervención del Estado para mejorar las condiciones de trabajo del personal de salud.

¿Cómo han reaccionado las comunidades indígenas de América Latina ante la llegada inminente de la pandemia?

Algunas comunidades organizadas han tomado diferentes acciones como cerrar el flujo de personas ajenas  a la comunidad, utilizar la medicina tradicional para prevenir de acuerdo con sus rituales y medicinas y pedir al gobierno estrategias para su protección. En Chiapas, los zapatistas han cerrado la entrada también a sus territorios autónomos o “caracoles”, al igual que en algunas comunidades en Colombia. En el Valle de Sibundoy, algunas comunidades en el sur de  Colombia están anunciando medidas de protección ancestrales, como el reparto de  bebida sagrada para tomar en familia que ayuda a fortalecer el cuerpo y el espíritu con la intención de prevenir esta enfermedad y su propagación.

¿Están preparadas estas comunidades para este tipo de pandemias?

Nadie estaba preparado para esta pandemia. Ni los indígenas ni los no indígenas. Hay comunidades que todavía son autosuficientes y eso es una ventaja que no tengan que depender de llevar y traer alimentos de las ciudades; depende también de la distancia de los núcleos urbanos que puede disminuir el riesgo inmediato de contagio, en el caso de las comunidades amazónicas, por ejemplo. Hay algunas que han perdido su soberanía alimentaria y tienen un alto grado de dependencia de la sociedad mayor. Muchas tienen un alto grado de desnutrición, no les llega la información y no tienen acceso a los servicios de salud. No todas las comunidades indígenas son iguales así que dependen de su forma de organizarse, de su autonomía y decisiones. Desde el punto de vista de la interculturalidad, el Estado debe iniciar un diálogo de saberes con esas comunidades, ofrecerles todo lo que la medicina occidental les puede ofrecer en términos de prevención, de tratamiento, de canales  de información y comunicación: que sepan cuáles son los síntomas graves, a dónde llamar, a quién acudir, a dónde ir. Pero también se deben respetar sus formas organizativas y sus decisiones dentro de las comunidades.

Entrevista - María Beatriz Duarte

¿Qué importancia tiene la prevención a la hora de reducir la mortalidad con este tipo de enfermedades?

Cualquier epidemia le va a hacer menos daño a una comunidad que tiene una buena alimentación, educación, servicios públicos, agua potable, autonomía para tomar decisiones saludables, ingresos seguros, seguridad alimentaria y seguridad social. Para evitar el contagio con este virus se promueven  hábitos higiénicos básicos como lavarse las manos y el aislamiento, las formas de prevención más importantes en este momento. Pero se han hecho evidentes las desigualdades existentes: comunidades  que no tienen agua potable para lavarse  las manos, millones sin vivienda donde aislarse o que viven en hacinamiento y su ingreso depende de lo que ganan en el día . Toda epidemia trae muertes. Pero aquellos países con políticas de equidad y bienestar para todos tendrán menos mortalidad que aquellos en donde las inequidades son inmensas, como la mayoría de los países de América Latina.

Entrevista - María Beatriz Duarte

¿Cuáles han sido los efectos de esta enfermedad en el sector salud?

Los efectos inmediatos han sido de crisis por falta de infraestructura, de equipos y  de personal suficiente. Esto debe servir para que haya una reflexión  que mejore la organización de esos servicios en el corto y mediano plazo. El Estado debe tener una injerencia mayor sobre los servicios de salud, un mayor control, mayor iniciativa, porque los servicios de salud no funcionan cuando sólo están en manos del sector privado. Las universidades en Colombia han tenido un papel importante como sector que hace investigación y ciencia a pesar de los escasos recursos con los que cuenta. Creo que es una de las cosas que tienen que cambiar, porque los Estados no le dan suficiente importancia ni presupuesto a la ciencia. Ahora resulta que todos los respiradores hay que importarlos, lo que eleva los gastos, pero aquí se podrían producir; por ejemplo, en la Universidad de Antioquia ya están desarrollando un respirador.

¿Qué otras lecciones se pueden extraer de cara al futuro?

Toda crisis tiene que servir para mejorar; para la ciencia ha sido muy enriquecedor descubrir cómo funciona este virus, en qué se diferencia de otros. Las vacunas se van a poder obtener mucho más rápido que en otras épocas. Se ha despertado la creatividad para producir elementos de trabajo para el personal de salud. Por efectos de la cuarentena se ha visto que no todos tienen ingresos asegurados, lo cual  ha generado experiencias de solidaridad de los que más tienen con los que menos. La experiencia en lo social ha sido ver cómo se puede llegar a los más pobres, al sector informal, para que no mueran de hambre por la cuarentena.

La idea no puede ser que para que unos no mueran por el virus,  otros se tengan que morir de hambre. Tiene que haber una mayor identificación de las personas más pobres para saber reaccionar a tiempo y satisfacer sus necesidades básicas, desde la solidaridad social y desde el Estado.


* El autor es participante de Crónicas de México en España, el taller de periodismo de Espacio Méx

Fotos del autor, salvo la principal y la última, aportadas por la entrevistada