Se habla de ‘confinamiento’ cuando miles de realidades distintas conviven a diario en una misma ciudad como Madrid: gente sola o acompañada en departamentos de distintos tamaños, algunos con poca luz natural, respuestas de solidaridad vecinal que no se habían visto antes, y actitudes policiales y carentes de empatía.

Por David Somellera *.

MADRID, España.- La arquitectura de posguerra en Madrid se volcó en el utilitarismo y en la economía de recursos. Se apostó por la descentralización y el levantamiento de las “ciudades satélite” en donde habitarían miles de personas que llegaron de las provincias españolas a buscar trabajo.

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Composición a partir de fotos de David Somellera

En este tipo de viviendas densas y elevadas está recluida la mayoría de los madrileños. Hay departamentos más grandes, otros tienen balcón, mientras que otros miran hacia el interior y no reciben luz natural. Hay edificios con áreas comunes, mientras que otros solo tienen las escaleras como espacio común y no reciben siquiera una ventilación adecuada.

Los habitantes  de este tipo de edificios han sobrevivido el confinamiento con  sus propias redes de ayuda para salir de la crisis sanitaria y económica. Este encierro revitalizó muchos vínculos familiares.

Fortalecimiento de vínculos, solidaridad vecinal y liderazgo

“Decidí venir a pasar la cuarentena a casa de mi madre en Chamartín. Vive sola y estaba preocupada por la situación desconocida y alarmante  que se nos plantea desde hace más de 35 días. Para mí está siendo bonito conectar con ella, compartimos nuestro tiempo, atención, cuidados y afecto. Creo que este encierro puede ser una experiencia muy profunda para todos nosotros de conexión interna y quizá un buen momento para sanar heridas y emprender una nueva visión tan personal como colectiva, aceptando el cambio y el crecimiento ante la incertidumbre, el miedo y el caos”, dice Clara Moreno.

La necesidad de socializar ha hecho que se hagan nuevas amistades para sentirse acompañados, lo que ha generado cierta empatía vecinal.

Cuando llega el momento de los aplausos, la gente sale a saludar y a reconocer a los que tienen enfrente que antes ni se volteaban a ver. Para los que viven solos es su único momento de socialización que sirve para liberar estrés con aplausos, bailes y coplas.

Cada uno estamos centrados en nuestros temas y deberes dentro de las casas. En los aplausos ha crecido la interacción y los ánimos entre los vecinos de casas que están enfrente la una de la otra. Un vecino pone cada día música, distintas versiones del Resistiré, la Macarena o Torero de Chayane”, dice María Mendoza que vive en la zona de Huertas.

Se comenta que hay mayor conciencia de quién vive en el edificio, que los han estado más al tanto de los adultos mayores, les hacen favores como tirar la basura, sacar al perro, ir por comida.

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Foto: David Somellera

De hecho hay varios anuncios en distintos portales de edificios que dicen mensajes similares al de éste: “si necesitas ayuda con la compra, para cocinar, para ir a la farmacia o cualquier otra cosa estamos disponibles para ayudarte y llevártelo a tu puerta”.

Hay quienes están pasando esta cuarentena  por su propia cuenta, cuestión que no parece ser más fácil. Antes de que se prohibiera salir de Madrid, muchos tomaron sus cosas y salieron a un lugar con mejores condiciones como por ejemplo el pueblo en donde vive su familia.

Algunos pisos quedaron vacíos, otros con una o dos personas, los extranjeros no tuvieron otra opción más que quedarse y enfrentar la crisis sin sus familiares. Ante tal situación los que se quedaron invitaron a sus amigos o amigas a pasar la cuarentena, otros que igual estaban solos, y en espacios tan reducidos que preferían pasar este tiempo en un lugar con compañía, con más luz o más ventilado.

Lo peor llegó cuando a los que estaban solos se vieron alcanzados por el coronavirus, sin saber si era esta enfermedad o algo menos grave, comenzaron la cuarentena aislados por completo aunque hubiera amigos que pidieran permiso a la gente del edificio de la persona enferma para dejarle comida a la entrada de su puerta, y así hasta que se alivió y ésta ya pudo salir  al supermercado.

El trabajo de los porteros, no reconocido del todo, es esencial para el funcionamiento de muchos edificios. Están expuestos como otros trabajos al contacto con la gente, algunos porteros incluso son del llamado sector vulnerable porque rebasan los 60 años.

En los edificios sin portería tuvieron que ser los vecinos los que se encargaran de organizar las labores para higienizar, tirar la basura, controlar las entradas y ayudar a los que no podían salir de sus casas.

Una mexicana en solitario

Sandra Rodríguez, del barrio de Embajadores, se quedó sola cuando sus compañeras de piso salieron del departamento para pasar la cuarentena en otros sitios. Una amiga se mudó a vivir con ella y juntas vieron cómo se transformó su barrio, que dejó de  ser un hervidero de personas, cuenta esta mexicana.

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Foto: Laura Martínez Lombardía

“El primer fin de semana de la cuarentena cerraron todos los comercios pequeños, lo que implicaba los comercios de migrantes latinoamericanos y asiáticos”, dice Rodríguez. Aunque durante algunos días permanecieron abiertos comerciones medianos, fruterías y tiendas ecológicas, terminaron cerrando en beneficio de los grandes supermercados.

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Composición a partir de fotos de Laura Martínez Lombardía

Zonas comunes en los edificios

Uno de los puntos de fricción entre vecinos de distintas comunidades ha sido el uso de las áreas comunes, libre en un principio. Algunos vecinos comenzaron a utilizar las escaleras y pasillo para hacer ejercicio. Semanas más tarde se pusieron avisos sobre el cierre de zonas comunes así como también se pidió evitar permanecer en lugares clave como portal, escaleras y pasillos. La mayoría dejó de usar las escaleras para correr mientras que otros lo siguen haciendo.

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Una mujer corre por el pasillo y un hombre regresa de la compra. Fotos: David Somellera

“En mi edificio cerraron el tejado que es un área común, cerrar las áreas comunes es atentar en contra de la propiedad privada. Yo salgo a correr adentro del edificio todos los días media hora. Lo hago con tapabocas y los cuidados posibles. Muchos vecinos se molestan pero no es una situación muy difícil el no poder salir a hacer ejercicio de manera individual cuando en otros países sí lo están permitiendo. Es necesario hacer ejercicio es una forma que nuestro cuerpo no se atrofie”, dice Cristina Castillo , vecina de otra comunidad.

Muchos vecinos con mascota se han ofrecido a ayudar a sus vecinos y hacer “recados” y pequeñas compras cuando sacaban a sus mascotas. Otros dueños de perros han tenido comportamientos más cuestionados.

“Cuando saco a mi perrita a la calle, veo cada vez más policía de balcón, gente desquiciada espiando por la ventana. Un día una señora me gritó que me fuera a casa ya que los de los perros somos mala gente y que estaba prohibido hablar en la calle. En ese momento mantenía una breve conversación con otra señora que también paseaba a su perrito, puedo entender que el encierro es muy duro a nivel físico y mental pero tampoco me gusta ese afán de autoridad, control y envidia de algunas personas”, dice Marta Robles, que vive en el barrio de Tetuán.

Ciudadanía adulta y responsable

Desde hoy los niños han podido salir acompañados de una persona mayor por una hora, lo que ha hecho que muchos padres de familia vean la luz al final del túnel.

“Creo que los niños han tomado esta situación con más naturalidad que los adultos, están aprendiendo mucho de los roles domésticos y eso les ha hecho madurar. Se debe levantar la cuarentena cuanto antes”, dice Georgina Rodríguez, vecina del barrio de Chamberí. Convencida de la necesidad de comportarnos y ser tratados como adultos responsables, aboga por reducir las normas y aumentar las recomendaciones.

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Composición a partir de fotos de Laura Martínez Lombardía

“Llevamos un mes sobre un esquema de normas, prohibiciones que creo están empezando a pesar en la economía de las personas. La mayor parte de la ciudadanía está informada y conoce la importancia de lo que estamos viviendo”, concluye esta ciudadana madrileña.


* El autor es participante de Crónicas de México en España, el taller de periodismo de Espacio Méx