Cuando los duermo por la noche recuerdo el día en que nacieron y me agarro de esa fuerza para levantarme un día más”, dice Rosa de sus hijos en medio de una situación de violencia machista. Junto con otras paisanas que han vivido situaciones de maltrato similares, esta mujer desmonta junto el tópico de migración rosa que existe en torno a la mujer mexicana en España.

MADRID, España.- En pleno proceso de divorcio tras años de maltrato psicológico, Rosa quedó confinada en su vivienda de Madrid con su esposo, con sus dos hijos menores, con su madre, a la que acababa de llamar como testigo protector, y con su cuñada, testigo por parte de él.

“Todo va a depender de los niños”, dice el abogado que representa a esta mujer, que empieza a ver cierta luz tras recibir una resolución provisional favorable de custodia de sus hijos. La juez dictará sentencia definitiva una vez que tenga el informe psicosocial.

Mi ilusión es sanarme y algún día ayudar a mujeres que estén en situaciones como la mía y también para que un día mis hijos sepan lo que vivimos.

La decisión provisional supone un paso para acabar con la incertidumbre que la torturó durante los meses de confinamiento. Sin embargo, sus hijos pasan con su padre la primera quincena de las vacaciones de verano una vez que el juzgado desestimara la denuncia por abuso físico de uno de los menores, como Rosa contó en distintos recursos de atención para mujeres víctimas de violencia y para la protección de menores a los que acudió. También está pendiente la resolución de apelación que hizo su abogado de oficio, sin que ella lo pidiera, de una denuncia anterior de maltrato psicológico.

Mexicana encuentra a su ‘príncipe’ en Madrid

Rosa llegó a Madrid en noviembre de 2004 para estudiar un máster. Durante su primer verano conoció por Internet al padre de sus hijos.

Me enamoré de él. Estuvimos saliendo varios años hasta que nos fuimos a vivir juntos, nos casamos y tuvimos dos hijos.

Licenciada en psicología con un máster en arteterapia, Rosa había dejado de trabajar para dedicarse de lleno a la crianza de los hijos, sin guardería y sin comedor por un “afán de ahorro” y constantes “indirectas” de que no había mejor manera de aprovechar el tiempo que dedicárselo a los hijos.

Arteterapia contra el maltrato

Rosa tiene un máster en arteterapia, que le ayudó a sobrellevar el confinamiento

“Todo eran críticas con el argumento de que así me motivaba a mejorar. Cuando yo comentaba algo me decía que eran mis ideas de mexicana”, dice quien de pronto se viera alejada de sus amigas y encerrada en el “hogar”.

Con los niños todo fue a peor cuando comenzaron a salir las diferencias culturales y de educación. Él quería pegar a mi hijo y yo me negué. En alguna ocasión estuvo a punto de pegarme. Se contuvo, aunque me repitió varias veces que iba a hacerlo.

Recuerda cómo solía ridiculizarla por cuestiones relacionadas con la salud de los niños, a los que ella tuvo que llevar sola al médico, incluso cuando la niña tuvo neumonía y en otra que el niño necesitaba puntos.

Estas burlas y desprecios se sumaban a los pellizcos con el susurro de te lo mereces por desatender tu hogar, a mordidas que se sentían más como castigo como juego en momentos íntimos y a manifestaciones de control sobre las llamadas que hacía y recibía. También habla de rechazos constantes cuando intentaba acercarse para hablar con el argumento de que se escaqueaba de sus responsabilidades, algo que empeoró con el tiempo y en la medida que obtenía de la comunidad mexicana y de sus alumnos de yoga el reconocimiento que necesitaba.

Volver a México para ‘agarrar fuerzas’

El contacto con sus raíces y con su familia en su viaje a México en 2018 la fortalecieron y le hicieron ver con otro prisma su relación de pareja. Al volver se sentó a hablar con él sin ningún resultado y con la misma actitud defensiva.

“Hizo parte de la reforma de la casa porque no quería pagar más a pesar de tener el dinero. Compra comida a punto de caducar y mis hijos van con ropa y zapatos rotos a pesar de ganar 2000 euros al mes. Vivimos como pobres”, dice Rosa.

Empezó a ver síntomas de trastorno en las ocho horas al día que pasaba jugando Candy Crush tras haberse hipotecado en la compra de la casa y sus reacciones por los ruidos de los vecinos.

“Entonces ya tenia tics nerviosos y estaba cada vez peor”, dice Rosa, lo que coincide con el patrón de trastorno que Carolina Hernández Ruiz ha detectado en algunos hombres de los casos que le llegan como presidenta de Mexicanas en España.

Mexicanas en España contra la violencia machista

La dependencia económica como la que ha vivido Rosa suele ir de la mano con la incertidumbre de muchas mujeres por su situación administrativa y falta de papeles, lo que las deja en situaciones de aún mayor fragilidad. Esta circunstancia compartida por muchas otras mujeres mexicanas llevó a Mexicanas en España a poner en marcha grupos de apoyo para mujeres como Rosa.

Esta asociación ha proporcionado asesoramiento por medio de profesionales y expertas en derecho.

Hernández Ruiz afirma que han intervenido de forma directa o derivado a abogados, a expertos y a otras asociaciones un promedio de tres o más casos al mes desde el comienzo de la iniciativa. Además de verse expuestas a una situación económica precaria y a complicaciones administrativas, muchas mujeres desconocen los servicios sociales, los procedimientos y recursos como el Servicio de Atención a Mujeres Víctimas de Violencia de Género, la Unidad de Atención a la Familia y Mujer o los Centros de Atención a la Infancia para casos que implican a menores, como el de Rosa y sus hijos.

Las intensas semanas de búsqueda y entregas de ayudas a familias vulnerables por diversas circunstancias durante el confinamiento dejó drenadas a las integrantes de esta asociación, que decidieron suspender su actividad con el mensaje de “haremos una pausa en este largo camino”, pero Hernández Ruiz ve peligrar la continuidad de la asociación que preside.

“Esto no se puede brindar de forma gratuita. ¿Quién ayuda al que ayuda?”, dice en referencia a un servicio que requiere un tiempo que las integrantes de esta asociación dejan de dedicar a otras actividades profesionales e incluso a sus propias familias.

“Se requiere perspectiva de género”, dice al hablar de la importancia de acompañar en cada proceso a estas mujeres para garantizar una protección adecuada por medio de una denuncia efectiva. Cada minuto y cada decisión puede determinar el futuro de un proceso de separación y de la custodia de los hijos. En esa línea, Mexicanas en España promueve la apertura de una ventanilla para atención a la mujer en el Consulado de México.

Niños, el eslabón más débil de la violencia machista

“Le decía que, si lo abrazaba, le mancharía la ropa. Lo ha machacado mucho con comentarios y gritos”, dice Rosa sobre el rechazo que el padre empezó a manifestar contra el niño. Después de perder el juicio rápido le llamó una amiga y, con otras mamás mexicanas, hicieron una colecta y con eso contrató un abogado.

“Mis hijos comenzaron a tener mas pesadillas. El llanto es frecuente en mi hijo mayor, se da cuenta de la situación”, dice Rosa, que cuenta cómo el niño llegó a hacerse en los pantalones tras los regaños y el miedo que tiene a decir la verdad. Con frecuencia se hace la misma pregunta que le hacen abogados, policías, psicólogos y otros, aún con el chip de culpabilizar a la víctima. Ese ¿cómo aguantaste? engancha con la idea romántica de que juntos van a solucionar el problema mientras crecen cada día la vergüenza y la sensación de que nadie va a escuchar. Todo esto se oculta bajo el manto de la migración rosa mexicana, como Hernández Ruiz llama a cierta idea que se tiene de la mujer que viene a España.

Un nuevo amanecer

“Intento mantenerme alegre y darles las herramientas para que salgan adelante. Mi gran error es no haber dicho no antes, haber permitido maltrato una y otra vez. Confundí el amor y no defendí lo que soy”, dice Rosa, que poco a poco ha conseguido reconstruirse por medio de terapia, de meditación y de yoga. Se ha vuelto a acercar a amigos, ha conseguido reconciliarse con su madre y consigo misma con un cambio en la forma de percibirse.

Arteterapia contra el maltrato

La arteterapia le ayudó a Rosa a sobrellevar el confinamiento

“He logrado verme más entera y poder reconocer lo valiosa que soy. Por momentos me duelen los recuerdos, pero cuando termino de llorar veo lo mucho que he crecido con esta historia. Consiguió un trabajo remunerado para sostener sus gastos y comenzar una nueva vida con sus hijos.

Cuando los duermo por la noche recuerdo el día en que nacieron y me agarro de esa fuerza para levantarme un día más.

Su prestigio y posición durante años en la comunidad mexicana en España choca con la historia que Rosa, como ha preferido llamarse esta mujer en este reportaje, ha decidido contar para ayudar a otras mujeres y para que sus hijos pequeños puedan juntar las piezas de lo ocurrido más adelante en la vida. Así renace de entre las cenizas esta mujer ‘fénix’ mexicana.