“Festivales como el Mad Cool pueden servir de puentes entre distintas épocas y culturas porque la música traspasa fronteras y tiene la capacidad de hermanar a gentes y pueblos”, cuenta el periodista Carlos Miguélez Monroy tras presenciar el concierto de Pearl Jam.

MADRID, España.- Si me hubieran llevado al Mad Cool Festival con los ojos vendados y sin conocer el cartel de música, habría distinguido enseguida la voz de Eddie Vedder por su profundidad y gravedad que evocan cierta añoranza por lo ausente, de profundidad y de giros en sus tonos para ir de una a otra emoción en forma de montaña rusa. Habría identificado las guitarras, los bajos y la batería que tanto distingue a Pearl Jam desde hace treinta años. Gran parte del público del festival se trasladó hasta el escenario Mad, uno de los dos más grandes del Espacio Mad Cool, para disfrutar de la oferta del grupo estadounidense ofreció un recorrido de sus temas más importantes. Tocaron desde Even Flow, Black, Alive y Jeremy hasta temas más recientes como Better Man, State of Love and Trust, Rearviewmirror y otros. Las 25 canciones que tocó el grupo de Seattle, en la Costa Oeste de Estados Unidos, tienen un promedio de 19 años de edad, lo que convierte en música perenne la obra de Pearl Jam.

La reacción del público a los temas más recientes vuelve a demostrar que Pearl Jam no sólo vive de sus éxitos del pasado y que ha sido capaz de reinventarse en una industria donde lo efímero domina cada vez más el escenario, quizá porque una música de calidad tiene la capacidad de emocionar voz a personas que oyen su voz sin necesidad de comprender el significado de sus palabras, aunque ayuda.

Vedder salió sonriente al escenario con una botella de champán en la mano y una camisa de cuadros para arrancar con un concierto de dos horas con saltos en el tiempo para mantener cautivo a un público heterogéneo en edades. El público español y de otras partes del mundo pareció apreciar los esfuerzos del cantante por conectar con ellos por medio de una lectura de mensajes en español.

Considerados como uno de los iconos del rock alternativo y del grunge, Pearl Jam comenzó su show con Releaseque forma parte de su LP, TEN. Esta canción, que el vocalista dedicó a su padre, fue compuesta por todos los miembros de la banda y el primer tema que tocaron en su historia como grupo. Desde su primera edición en 2016, el Mad Cool Festival ha fortalecido mi vínculo emocional con mi infancia, con mi familia, sobre todo con mi hermano Paco, y con mi país, donde crecimos juntos y aunque los grupos canten en inglés porque la música es quizá lo más parecido al Esperanto, un proyecto de lenguaje universal.

Los grupos que durante años sonaron en la su grabadora de CD’s y de doble cassette aún condicionan mis gustos musicales más que cualquier otro factor.  Imposible no evocar tantos recuerdos con la música en directo de The Who y The Prodigy en 2016, Foo Fighters y Green Day en 2017, Alice in Chains, Depeche Mode, Nine Inch Nails y Pearl Jam, sobre todo, en la edición de este año. Decía el personaje Don Draper, un publicista de los años ’60 en Nueva York de la serie Mad Men, que nostalgia significa “el dolor por una vieja herida”.

“Es una punzada en el corazón mucho más poderosa que los recuerdos solos. Este aparato no es una nave espacial. Es una máquina del tiempo. Va hacia atrás, hacia adelante. Nos lleva a un lugar donde anhelamos ir de regreso. No se llama La rueda. Se llama el Carrusel. Nos permite viajar de la forma en que viaja un niño, en círculos, de regreso a casa… a un lugar donde nos sabemos amados”, dice Draper ante los clientes de Kodak que acudieron a él para una campaña de publicidad.

Resulta imposible no sentir la vieja herida de la grabadora sucia de mi hermano que dejó de sonar el día en que se fue de casa tras una fuerte discusión con mi padre. Me quedé con su legado musical que he llevado conmigo a todas partes, donde he vivido, viajado, amado y llorado. Imposible no evocar la herida de ver como pasado el viaje a Córdoba y Orizaba, en Veracruz, con mis amigos de la prepa, en The Lancaster School.

Festivales como el Mad Cool pueden servir de puentes entre distintas épocas y distintas culturas porque la música traspasa fronteras y tiene la capacidad de hermanar a gentes y pueblos. Por eso pienso continuar esta tradición anual de abrazar mi pasado y sanar la herida de la nostalgia.