La UNAM acogerá en octubre el primer encuentro de Canoa, la plataforma que impulsan México, España, Perú y Colombia para promover el español y la cultura que comparten los hispanohablantes. Canoa, la primera palabra de los pueblos originarios de América incorporada al español, se convierte en un guiño al panhispanismo como vocación globalizadora e inclusiva.

MADRID, España.- Pensamos en Bélgica y en Suiza cuando hablamos de chocolate y no en los aztecas que mezclaban cacao con agua caliente para preparar una bebida amarga que chocó con el paladar europeo en un principio. Quizá no gozaríamos de este manjar si Fray Jerónimo de Aguilar y los hombres de Hernán Cortés no hubieran hecho el viaje de regreso a Europa con la receta de chocolatl que empezó a prepararse y a modificarse en las cocinas del Monasterio de Piedra, en Aragón, que aún conservan sus paredes ennegrecidas en medio de un entorno natural único. Como chocolate, canoa está entre las miles de palabras que el español ha adaptado desde las lenguas de distintos pueblos originarios en América y que hemos incorporado a nuestras vidas: aguacate, barbacoa, chicle, cigarro, coyote, cancha, carpa, chapopote, butaca, cacique, patata, tomate, tiburón, huracán, tiza y muchas más.

Una videoconferencia reunió al escritor español Luis García Montero, director del Instituto Cervantes desde donde se coordinó la firma, a Enrique Graue, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), a Carlos Herrera Rodríguez (Centro Cultural Inca Garcilaso, Perú), a Carmen Millán (Instituto Caro y Cuervo, Colombia) para la firma del convenio creador de la red Canoa.

El futuro del español pasa por México

Fotos: Carlos Miguélez Monroy

Se resaltó el “valor federador” de la lengua española como señaló el profesor Herrera Rodríguez o la posibilidad de llegar a lugares inesperados con este proyecto una vez superado el paradigma obsoleto de la madre patria, como decía la profesora Millán. Canoa, un símbolo de integración y de unidad porque “la lengua es de todos y nos vinculamos en el respeto a la diversidad”, como dijo García Montero, está llamado a canalizar la fuerza de un idioma que une a más de más de 570 millones de hablantes, 480 de ellos nativos, en todo el mundo y que crece como la fuerza de un río por diversos factores demográficos, políticos, económicos y sociales. Esta expansión respeta acentos y localismos que enriquecen el español desde sus inicios.

El futuro del español pasa por México

Foto: Carlos Miguélez Monroy

La UNAM se convertirá en anfitriona de una primera reunión presencial en la Ciudad de México en octubre para empezar a dar forma a proyectos concretos que por ahora unen a cuatro países que suman en población a más de la mitad de todos los hispanohablantes, pero con vistas a nuevas incorporaciones con el fin de fortalecer esta iniciativa.

Las casi 100 millones de personas no nativas que hablan el español en el mundo reflejan el creciente peso del idioma y de una comunidad hispanohablante con posibilidades de ganar influencia en un mundo multipolar donde ganan fuerza nuevos actores. Aunque quedan vestigios del poder duro que encarnan algunas instituciones y actores políticos aferrados a la dominación por la fuerza, desde hace años ganan terreno el poder de la cultura y de la cooperación, sobre todo ante retos como el que nos acaba de plantear la pandemia del coronavirus y a la que hicieron referencia los firmantes del convenio.

Entre los proyectos a desarrollar, García Montero destacó los que puedan relacionarse con el español como lengua científica y tecnológica, con el papel de la cultura en la era digital y con el papel de la creatividad de la mujer en la cultura hispánica.

En 2060, Estados Unidos se habrá convertido en el segundo país hispanohablante del mundo después de México. Casi uno de cada tres estadounidenses tendrá origen hispano, según El español: una lengua viva, un informe de 2019 del propio Instituto Cervantes. Este “detalle” no escapó la intervención de Andrés Ordóñez, director del Centro de Estudios Mexicanos UNAM-España. En su intervención recalcó la importancia que pueden tener las comunidades hispanohablantes en Estados Unidos y Canadá para catapultar el español como lengua común y seña de identidad, quizá desde la perspectiva de dos epicentros culturales y tecnológicos del mundo que buscan aliados ante la creciente irrupción de nuevos actores con cada vez mayor influencia geopolítica y cultural.

De acuerdo con el informe del Instituto Cervantes, el porcentaje de población mundial que habla español como lengua nativa va en aumento mientras que la proporción de hablantes de chino, inglés y francés desciende. Ese estudio confirma también que el español se ha convertido en la segunda lengua materna del mundo por número de hablantes.

Los cerca de 22 millones de alumnos que estudian el español como lengua extranjera pueden servir de estímulo añadido para que, como se comprometió el rector Graue, los actores implicados pongan toda su energía en el desarrollo efectivo de esta iniciativa en defensa de un idioma que acerca a pueblos tan diversos. Las tecnologías al servicio de este proyecto ilusionante podrán afianzar una proximidad que la geografía no permitió ver durante siglos.