“En algunas calles de Madrid se ven banderas que demuestran el lugar de origen o pancartas que hacen explícita la condición de Ser de algún lugar de España”, dice el autor de este análisis sobre reclamos patrioteros en actos de mendicidad, alimentados de discursos políticos que criminalizan a los inmigrantes.

Por Roberto Partida Guerrero *

MADRID, España.- En algunas calles de Madrid se ven banderas que demuestran el lugar de origen o pancartas que hacen explícita  la condición de Ser de algún lugar de España.

Las razones de fondo para acabar en situación de calle suelen ser estructurales y no sólo producto de malas decisiones personales, como muchas veces se piensa. Juegan un papel fundamental el desempleo, la precariedad laboral, la exclusión social, problemas familiares y psicológicos influidos por el entorno.

Invita a la reflexión cuando una persona que mendiga utiliza una pancarta en la que se puede leer ¡¡SOY DE CÁDIZ!! (ESPAÑOL). Este sentimiento nacional sólo puede utilizarse como estrategia para despertar compasión en un contexto en el que se ha empezado a  criminalizar a extranjeros provenientes de determinados países.

Este fenómeno, alimentado por ciertos discursos políticos, pretende ahora definir dónde se colocan las monedas de la limosna. Esta compasión y empatía selectiva se manifiesta también en fenómenos como Hogar Social Madrid (HSM), una organización vinculada a la extrema derecha.

En 2014 hicieron su aparición en la vida pública madrileña al ocupar un inmueble vacío en Tetuán al que bautizaron HSM junto a los apellidos de Ramiro Ledesma Ramos, ideólogo del fascismo español. Desde entonces, la organización realiza colectas y se pronuncia contra los desahucios de españoles de forma exclusiva.

Las posturas en las que se apoya esta organización se sirve de un discurso político imperante que sostiene que los inmigrantes reciben más ayudas que los españoles, que “pagan más impuestos” o que no hay recursos ni trabajo suficiente para todos, y los nacionales tienen prioridad. Como si los inmigrantes no aportaran a la economía y no pagaran impuestos sobre el consumo.

Thomas Liebig, experto en migraciones internacionales de la OCDE, hace referencia al flujo monetario generado por los extranjeros en 2013. En cotizaciones e impuestos directos, sumó un 0,54% del PIB, lo que representó 5.500 millones de euros. Entrevistado por El País, Liebig señala que los migrantes tienen “una tasa de empleo más baja, cotizan menos, pero al mismo tiempo reciben ayudas inferiores a los nacionales”.

Habrá que enfrentarse a los propios sentimientos de rechazo y antipatía con autocrítica. En la comedia española Padre no hay más que uno (2019), Rosaura, la inmigrante peruana interpretada por Wendy Ramos, encarna el papel de empleada doméstica como un personaje central, a pesar de que su aparición es discreta. El filme de Santiago Segura ofrece varios guiños a esa figura vital para la organización cotidiana de la familia, que se condensa en una maravillosa frase pronunciada en la película por la madre, quien le asegura a su esposo que prefiere perderlo a él antes que a Rosaura.


* El autor es participante de Crónicas de México en España, el taller de periodismo de Espacio Méx.