El coronavirus ha desmontado el mito del emprendedor en España y deja en el aire que muchos negocios puedan seguir trabajando y sirviendo a sus clientes. Así lo expresan Estefanía González y Luis Ángel Martínez, que pusieron en marcha Tamán. En esta carta abierta hace un llamamiento “para que todos los pequeños negocios y autónomos que estamos en esta situación unamos fuerzas y reclamemos las medidas que merecemos por nuestro trabajo y dedicación”.

Carta abierta de Estefanía González y Luis Ángel Martínez, emprendedores en Madrid e impulsores de Tamán.

MADRID, España.- Desde que llegamos a Madrid hace ocho años, no hemos dejado de trabajar y ahorrar con el único objetivo de tener un futuro próspero, una vida tranquila. La mayor parte del tiempo trabajamos por cuenta ajena, hasta que llegó un momento en el que decidimos volcar todo ese esfuerzo y todas esas horas de trabajo en una semilla propia y abrir una pequeña casa de comida casera mexicana: Tamán.

No teníamos experiencia en montar un negocio, pero eso no fue impedimento para prepararnos en la realización de escandallos, trabajo de marketing, cálculos de activos y pasivos, IVAS repercutidos o soportados… todo para armar un buen proyecto de empresa y poder optar a una financiación bancaria. Estábamos preparados para emprender, pero España no.

Todo comenzó cuando fuimos a Avalmadrid para avalar el proyecto. Su primer requisito para comenzar a estudiar el proyecto fue constituir la sociedad, con todos los gastos que conlleva, y comenzar a pagar como autónomos. Antes de saber si te van a dar el sí o el no te obligan a realizar un desembolso económico. Ya empezamos mal.

El plan era tramitar todo durante mayo y junio, realizar la adecuación del local durante el verano y abrir Tamán en Septiembre de 2018, cuando comienza el año económico en la hostelería.

Tras tener el visto bueno de Avalmadrid fuimos al banco, donde nos dijeron que montarían el préstamo y nos llamarían en cuestión de quince días.

Pasaron cuatro meses hasta que se firmó el préstamo. Tras quejas constantes a la directora de la oficina, tuvo el valor de decirnos que sacaría adelante la operación cuando le viniese en gana. Parece ser que sufrimos la paralización no escrita de España en verano, como si acaso el mundo se parase.

Finalmente se firma en octubre, no sin exigir a última hora una mayor aportación económica para conseguir el préstamo. El banco fue la primera figura en poner en riesgo nuestro proyecto no respetando el plan temporal y tras tantos meses de espera consumiendo por completo nuestros ahorros personales.

En ese mismo mes de octubre, comienza la adecuación del local con una empresa constructora a la que tuvimos que echar al cabo de un mes tras paralizar la obra, ya que las adecuaciones que habían hecho no eran válidas. Esa empresa todavía nos debe los 10.000€ los que recibieron por la chapuza que realizaron. Nos estafaron.

Tras la paralización de las obras, no es hasta enero del 2019 cuando comenzó una nueva empresa constructora, que no dejó de engordar el presupuesto hasta que, concluida la obra, no podíamos hacer frente a la cantidad ampliada. ¡Menos mal que no pudimos hacer frente a dichos pagos! En medio de todo ese tumulto de desgaste, de nervios y preocupaciones, una persona conocida encontró en la factura cobros indebidos por metros irreales y elementos nunca colocados…

Tras abrir en mayo de 2019, nos comimos un verano durísimo. Nunca estuvo programado abrir de cara al verano, pero ya no había otra opción.

Todo saldrá bien”, nos decíamos. “Somos trabajadores”. Y ahora, tras diez meses abiertos, diez meses en los que llevamos deslomándonos las horas que fueran necesarias a la semana, porque ni siquiera hemos podido contratar a alguna persona para que nos ayude; con los kilos que nos faltan por el desgaste y las deudas que tenemos, llega una pandemia.

Hemos pasado ya por dos gestorías diferentes por la falta de asesoramiento beneficioso a futuro como PYME que somos. Nos quedó clara la falta de unión en la hostelería. Aunque fuéramos a presentarnos a diferentes negocios de la zona, podemos contar con los dedos de una mano los que nos han apoyado moralmente, con consejos y con un interés en conocernos. Algunos ni siquiera nos recibieron en persona.

En el banco hemos pasado por varios “gestores de negocios”. Ninguno se ha sentado con nosotros a ver quiénes somos, dónde estamos y cómo evoluciona nuestra facturación.

Por otro lado, pagamos 365 euros al mes como autónomos societarios, una de las cuotas más altas en España. Sólo hemos podido solicitar dos ayudas para PYMES a la Comunidad de Madrid. A mi socio y marido Luis Ángel le fueron concedidas las dos y a mi, Estefanía, la que escribe esta carta abierta, la única ayuda que pude solicitar como mujer emprendedora, cumpliendo todos los requisitos, me fue denegada. ¿Qué les parece?

Emprendedores en España, un mito desmontado por el coronavirus

Estefanía González y Luis Ángel, impulsores de Tamán

Estamos seguros de que muchos emprendedores que estén leyendo estas palabras han tenido experiencias similares. España no estaba ni está organizada y enfocada al emprendimiento del comercio pequeño. Esta crisis ha puesto en evidencia esas carencias que se arrastraban en el país, que nunca se ha tenido en cuenta a los emprendedores. Las campañas bancarias anuales para que te atrevas a emprender son puro espejismo.

En mayo se cumple un año de nuestra apertura. Estábamos preparados para afrontar el segundo año de esfuerzo y sacar adelante nuestro trabajo, movidos por las personas que han ido llegando a nuestra pequeña casa de comidas, con buen corazón, con consejos y con apoyo, y a quienes siempre vamos a estar AGRADECIDOS.

Pero, ¿y ahora qué? Hasta la fecha han salido pocas ayudas para las pequeñas empresas. El propietario del local no nos da facilidades para afrontar el duro año económico que se viene, pues no parece que vaya a ser cuestión de “un par de meses”. No nos engañemos.

Nuestra única opción, que no consiste en una medida de ayuda, es que el gobierno habilite líneas de préstamos ICO para todos los negocios en una situación de vulnerabilidad como nosotros, lo que supone ENDEUDARNOS más cuando ni quiera hemos pasado los dos primeros años de vida de un negocio en los que puedes saber si tiene viabilidad o no.

La pandemia del Covid19 está siendo un parteaguas, una marcha forzada al cambio, a que seamos mejores personas y mejor país. Está el aire que podamos seguir trabajando y sirviendo a nuestros clientes. Por eso, desde Tamán hacemos este llamamiento para que todos los pequeños negocios y autónomos que estamos en esta situación unamos fuerzas y reclamemos las medidas que merecemos por nuestro trabajo y dedicación.