Muchos mexicanos afianzarán su residencia en el extranjero tras la victoria electoral de Andrés Manuel López Obrador pero muchos otros se plantean volver por los posibles cambios en materia de lucha contra la pobreza, la corrupción y el crimen organizado, según cuenta nuestro colaborador Octavio Isaac Rojas Orduña en este artículo.

Para los que estamos fuera del país, las elecciones presidenciales en las que Andrés Manuel López Obrador se acaba de proclamar vencedor las vivimos de forma diferente de quienes residen de manera permanente en nuestro amado México.

Vimos cómo se gestó la polarización entre quienes apoyaban tal o cual candidato, cómo todo se fue decidiendo con meses de anticipación a favor de AMLO. Comprobamos que las encuestas no se habían equivocado con un triunfo aplastante del sempiterno candidato tabasqueño y ahora estamos viendo una transición aparentemente tranquila que a algunos llena de esperanza y a otros preocupa.

¿Qué diferencia hubo entonces entre los migrantes mexicanos y los residentes?  Para algunos, los planes para volver o para invertir en el país pueden verse influidos por tener al Peje en la residencia oficial de Los Pinos.

Cada caso será distinto y estoy seguro de que habrá que esperar a ver cómo se van implementando las políticas y su impacto en la realidad del país.  Lo que es seguro es que habrá mucha gente que estaba pensando en volver y ahora, dependiendo de su ideología, podrá pensar en quemar las naves y quedarse para siempre en el extranjero o los que se sientan más confiados en regresar a México.

La violencia, la corrupción y la desigualdad no se reducirán rápidamente

Las principales razones que llevaron a la victoria a López Obrador fueron la preocupación por la violencia, el rechazo a la corrupción que queda impune y a la desigualdad que tiene en la pobreza a más de 53 millones de mexicanos.

Sin embargo, es difícil que estas lacras para la sociedad mexicana se reduzcan significativamente en los 6 años en los que AMLO dirigirá el país. Esto no quiere decir que no se notarán cambios a corto plazo y que éstos tendrán una influencia fundamental hacia el camino que llevará el país en los sexenios sucesivos.

La violencia no se reducirá puesto que siguen intactos los grupos delictivos más poderosos y la política armamentística norteamericana que ha inundado México y Latinoamérica con armas, lo que ha jugado un papel fundamental en la masacre que se ha venido perpetrando en el país y en el resto del continente.

Para que se reduzca la desigualdad hará falta una revolución impositiva que incluye subidas de impuestos a quienes ya pagan, ajustes para los que pagan poco, combate a la evasión fiscal que debería incluir a los millones que están en la economía informal, todo esto con unos servicios deficientes que deben mejorar mucho para que los ciudadanos no les duela pagar o pagar más.

Además, se debe emprender otra revolución educativa que comience por las pruebas a los profesores, un cascabel que nadie le ha podido poner al gato de los sindicatos de profesores. Al tiempo que se tendría que aumentar el salario mínimo de manera significativa, restando atractivo a la inversión extranjera en el país y echándose encima a los empresarios nacionales.

Donde existe una mayor viabilidad en que el cambio se note es en el ámbito de la corrupción, por lo menos en el ámbito federal y en las entidades federativas en las que ganaron los candidatos de MORENA.

Este cambio no será menor, ya que puede reconducir a las arcas del estado los millones que acababan en manos de políticos corruptos y, casi siempre, fuera del país y en paraísos fiscales. Habrá muchísima resistencia que incluso puede degenerar en violencia, pero será una “guerra noble” en la que las batallas se tienen que ir ganando una a una, empujadas por la fuerza de la ley y la legitimidad con la que nace el nuevo gobierno y la mayoría en el senado y en el congreso.

Con poco que se haga en el ámbito de la lucha a la corrupción, será posible contar con cuantiosos recursos para implementar otros programas que influirán en el México de hoy, pero sobre todo del mañana.

En lo personal, quiero creer en el país y esto puede hacer que se concreten unos planes de inversión que tengo para el futuro. ¿Volver a México? Sí, aunque en el futuro.